martes, 30 de abril de 2013

Ma tihuian

"Era un largo corredor con una serie de puertas mal acabadas, que daban acceso a las distintas oficinas de la buhardilla. Aunque no había ninguna abertura por donde entrase directamente la luz, tampoco era completa la oscuridad, porque algunas secciones no estaban separadas del corredor por puertas de una sola tabla, sino simplemente por rejas de madera que, por otra parte, llegaban hasta el techo; a través de ellas entraba un poco de luz y, además, se podía ver algunos funcionarios... miraban por las rendijas a la gente que esperaba en el corredor."
El Proceso.   Franz Kafka

La confusión de lenguas.   Gustave Doré
Grabado en acero.  1865. 


"El chucho es mi hermano. El chucho me cuida en las noches cuando me quedo sola con los cipotes. Y nada más hay que la oscurana encima de uno. El miedo de no amanecer el otro día. Nuestra reconfortación es que el chucho ronca debajo de la carreta. Que de vez en cuando husmea y comienza a ladrar a los cielos.
Ahí está con los ojos tristes, con los ojos llenos de lágrimas y hablándome en otro lenguaje que no entiendo porque es más difícil que el inglés. Me mira y me mira hasta que logro entenderle. El vivo a señas y el tonto a palos, eso es nada más por decirlo pues a veces puede volverse al revés y el chucho entiende a señas y el vivo a palos. Chucho lindo, pelo suave, cabeza de huacal. ¿Quién me le pegó en las costillas? Chucho color café y ojos fosforescentes."
Un día en la vida.  Manlio Argueta

Francisco de Goya, 1819-1823
Óleo sobre yeso, trasladado a lienzo 
Museo del Prado, Madrid

La campana suena.  La luz del número se apaga.  El ascensor se abre perezosamente, liberándome de su opresiva cavidad revestida de espejos.  Interminable pasillo blanco, flanqueado de decenas de despachos idénticos, con los nombres de sus ocupantes pintados sobre sus puertas de vidrio.  517.
-Buenos días. Vengo por un resultado
-Tiene el número del ticket?
-...
-El ticket. El papelito que le dieron el dia que le tomaron la muestra.
-Si, aqui lo tengo
Involuntariamente, mis dedos palpan en el costado, sobre la camisa las cicatrices recientes de la toracoscopia, en el espacio entre las costillas.  Aún duelen, aunque ya retiraron las suturas.   La mujer, peinada cuidadosamente, rebusca en una carpeta de hojas sueltas que ha extraido de una de la pila de carpetas idénticas que pueblan su escritorio. Olor levísimo de gardenias.   Su mano manicurada me extiende un pliego.  La hoja está doblada en tres, con un gancho metálico engrapado en la mitad.
-Necesito una firma aquí y aqui.  Es para el recibido.   Con número de cédula.
-Muchas gracias.

 

El consultorio del especialista es amplio y luminoso.
-¿Por que no pidió cita con el oncólogo que le ordenó la biopsia?
-Porque no estaban dando citas con él.  Ya no tiene contrato con la aseguradora
Por las persianas semiabiertas se ve el panorama de la ciudad.
-¿Y por qué solo hasta ahora trae el resultado de la patología?
-Porque tampoco había agenda con usted sino hasta ahora.  Dijeron que estaba de vacaciones.
La vitrina de caoba oscura aloja cientos de cajitas de muestras de medicamentos y docenas de relojes en miniatura.
-¿Tiene copia del informe del procedimiento? Y de la tomografía? 
-Si, por supuesto.
En las paredes grotescos dibujos infantiles brillantemente coloreados, enmarcados en madera.
-¿Por que le mandaron la biopsia?
-Fiebre sin causa.  Varios meses, por las noches.  Todas las noches.  Pérdida de peso.  Diez o doce kilos tal vez.
-Y le tomaron las pruebas usuales, supongo.
-Si, claro.  Tuberculosis, hepatitis, VIH. Lo usual.  Tambièn aspirado de la médula ósea.
Sobre el escritorio, el retrato de una muchacha un poco gruesa que sonríe desde algún paisaje de aspecto europeo.
-Linfoma no Hogdkin.  Células pequeñas, no hendidas.  Aparentemente la enfermedad esta limitada a la cadena de ganglios del mediastino posterior.  Lo importante es que no hay afectación a ambos lados del diafragma.  Eso indica que es posible esperar buenos resultados.
-Que curso planea seguir? Una quimioterapia CHOP?
-Si.  Seis u ocho ciclos, probablemente.

Maligno.  Tinta sobre cartón.  2012


La llovizna cae. Los transeúntes aceleran su paso.  Los mendigos piden monedas.  Un hombre con una canasta bajo en brazo ofrece a voces cucuruchos de maní tostado.  Un viejo autobús pasa dejando una estela de denso humo negro y sabor a alquitrán en el aire. Tras la gran vidriera, una ancha sala de espera  con largas hileras de sillas azules.
"Para ser atendido solicite ficha en el cubículo No. 1"
-El cuarenta y siete
De entre la sala se levanta un resonar.  Un rumor como enjambres de insectos. 
-Cuarenta y ocho
Murmullo de voces indistintas que vierten sus pesares en el vecino y en sentido inverso. 
-Y entonces dijeron que la aseguradora no tenía convenio con ellos y no la quisieron atender en esa clínica asi que la tuvimos que llevar al hospital. No se imagina como estaba eso de lleno de gente.Y que no nos dejaban que se quedara alguien con ella.  Y les decía yo que una señora de esa edad como se va a quedar sin quien la ayude para ir al baño, con lo altas que son esas camillas y ellos erre con erre, que no, que para eso estan las enfermeras. Y dicho y hecho.  Una fractura de la cadera, y ahora que encima no quieren autorizarle la cadera metálica que le tienen que
-Cuarenta y nueve.   Cuarenta y nueve.   Cincuenta.
-Tan es así que el neurólogo dice que si no le autorizan el traslado a un sitio de esos, que él no va a pasar de este fin de semana.
Las voces comparten sus monólogos, suspendiéndolos por un momento y esperando cortesmente a que el adyacente continúe con el suyo, dando la apariencia de una conversación. 
-El setenta y cuatro
-Ese ya lo llamaron
-Marina, ¿en que número vamos?
-Yo estoy con el setenta y siete.
-Ah, si.  El setenta y ocho.
La mujer del cubículo le habla a la bocina de un teléfono negro.   Señala con un dedo la silla frente de sí mientras recibe la ficha con el número.
-En que le colaboro?
-Es para la autorización de un tratamiento.  Aquí están las órdenes médicas.
Despliega las hojas sobre el escritorio y digita algo en el teclado mientras sostiene el auricular con el hombro.
-Y entonces dizque esa misma noche el marido que le llega con un chupado enorme en el cuello -Un desgraciado, si, y lo peor es que ella le pregunta que si fue la misma perra esa la que le hizo ese chupado y el hombre le responde que a ella que le importa si fue la misma perra o si fue otra.  -No, es que yo tampoco lo puedo creer.
Al hablar la mujer enseña sus incisivos manchados de labial carmesí, del que queda muy poco sobre sus labios. Sus cejas desaparecieron y dieron pie a un par de lineas delgadas, casi completamente horizontales, tatuadas sobre su piel.
-Con lo que si no puedo es que ella dice que se acuesta con él de todas maneras, que para demostrarle que lo puede tener cuando quiera, y que él no es capaz de dejarla por la otra. A quien le cabe eso en la cabeza?   Debe traerme una copia de la cédula y del carnet de afiliación.  No, mija, usted no.  Un señor que estoy atendiendo aquí. 
-Si, aquí tengo éstas.
-No, es que éstas no le sirven porque tienen que ser ampliadas al 150%
-Tengo que volver a pedir turno?
-No, pasa por un lado y me las trae nada más. 
La lluvia arrecia y cubre el paisaje con blancas cortinas de agua, y la gente se agolpa bajo los salientes de los tejados.  
-Las copias que hacían falta.
-Están mojadas. En fin, el asunto es que no podemos encargarnos del tratamiento por insuficiencia en los tiempos de cotización.
-¿Que tiempos?
-Las semanas cotizadas.   Para poder cubrir enfermedades catastróficas o de alto costo la ley requiere que el empleado haya cotizado al menos 100 semanas y le faltan 4.  En estos casos le corresponde al trabajador cubrir los costos solidariamente con la aseguradora, lo que quiere decir que para poder comenzar el tratamiento, debe cancelar... Bueno, no tengo el dato aqui.  Es el 50% del costo total en todo caso, viene a ser como poco menos de veinte millones.   Debe ir a contabilidad en el tercer piso que allá le imprimen la factura con el valor exacto.
-Pero yo no tengo esa cantidad...
-Bueno, igual hay maneras.   Están los créditos bancarios.   Es mejor que vaya a contabilidad que allá lo orientan. 


La vieja secretaria de la gerencia, está como de costumbre, detrás de su viejo escritorio de madera, demasiado pequeño para un despacho tan grande y desnudo.   Solo el escritorio y un corroído archivador metálico de tres gavetas.
-¿Y Guillermo?  ¿Todavía sigue quedándose con usted?
-No.  Hace días que no se de él. 
-Espero que no le haya sacado plata.
-Bueno, si mencionó algo de un proyecto que tenía con un tio suyo, para vender libros de texto en los colegios. Me pidió que le ayudara con lo que pudiera. 
-Sí, eso es lo que nos dijo a todos aquí.   Pero el no tiene ningún tío. 
-La verdad no se parecían para nada. 
-No debió haberle dado nada. Ya deben estarse fumando esa platica.  O sino que lo diga la madrecita de él, que por allá paso y en un descuido se cargó con todas las cosas de valor en la casa.  
-Que terrible.
-Dicen que también se llevó instrumental de aquí.   De lo de odontología.  Están contándolo todo a ver que falta.  ¿Y cuando se fue?
-Hace una semana, creo.
-O sea, recién que le llegó su carta
-Sí, precisamente. Al día siguiente.
-Ya sabe lo que dicen. las ratas son las primeras en huir cuando el barco se hunde. 
-Y a propósito de lo de mi carta,
-No.  Lo suyo no ha llegado todavía.  Usted sabe que la doctora no viene sino hasta el lunes.
-Y sobre lo otro?
-No, yo ya le había dicho que eso no se puede.
-Pero solo sería un mes.  Le dijo lo del tratamiento?  Le dijo que estoy dispuesto a trabajar todo el mes sin paga? Solo necesito cotizar cuatro semanas más con ustedes.
-Sí, le dije, pero no se puede.  Dice que sería como llevar una nómina paralela y que cuando haya una auditoría no tendríamos como justificarlo.  



No parece un sitio muy conveniente para las oficinas de la procuraduría pública.   Una callejuela estrecha y oscura, a las afueras de la ciudad.  Amanecerá pronto y la gente ya hace horas que hace fila a la espera de que el vigilante nocturno saque las fichas para pedir el turno de atención.
-Yo no había llegado todavía pero la de adelante dijo que cuando ella llegó no habían recogido el cuerpo todavía.
-Impresionante.   ¿Donde quedó?
-Alli, mas arriba.  Ahí se ve el charco de sangre.
-¿Y lo mataron aqui mismo?
-No, dizque el tiro se lo pegaron en la otra cuadra pero alcanzó a llegar caminando hasta aquí.
El amanecer se despliega sobre el cielo.  Los funcionaron llegan cerrando la puerta tras de sí.  El vigilante sale finalmente a repartir las esperadas fichas.
-¿Para que viene?
-Me dijeron que aquí me podían hacer una asesoría.
-Sobre que?
-Es para presentar una caso ante el tribunal por un tratamiento que no cubre la aseguradora.
-Ah, si.  Aquí le colaboran con eso pero le toca que regresar mañana.  Para hoy ya se acabaron las fichas.


El aguacero se desencadena y la caseta es insuficiente para la gente que se esconde bajo su techo de la lluvia.  Un chorro que cae por una esquina moja el costado derecho de mi cabeza y se riega por el cuello, hacia abajo.  Los autobuses pasan y pasan y la gente se va haciendo mas poca.  Mi autobús no pasa aún y todos se han ido.  La lluvia repica sobre el techo translúcido.   Algo se mueve bajo el banco metálico.  Una bestezuela mojada, de fauces barbudas.   Un perro.  Terriblemente sucio y flaco.  Orejas recortadas y cola amputada a nivel de la segunda vértebra.  En épocas mejores fue seguramente la mascota de alguien.  Es una hembra.  El desgaste incipiente de las piezas dentarias señalan tres o posiblemente cuatro años.   Sus pezones alargados muestran que ya ha tenido crías. 

-¿Que ha pasado con tus humanos? 

Mira largamente, con los ojos húmedos y su mirada es una súplica.  

-Vamos.   Nos vamos a casa.



"La granja oscura se aloja contra nuestros ojos.
Cada noche debo darme cuenta
de que el arnés sobre el clavo izquierdo
sigue marchitándose,  marchitándose"
Farmer in the city (Remembering Pasolini).  Scott Walker
Tilt.  1995. Fontana Records