El nombre de la rosa. Umberto Eco. 1980
"I want all my...garmonbozia, pain and sorrow"
Twin peaks: fire walk with me. Fotograma.
David Lynch. 1992
Finalmente, he sido dado de alta. El psiquiatra considera que ya no soy un peligro para mi mismo. Algunas prescripciones de antidepresivos. Una cita de seguimiento. Ningún lugar a donde ir. Adelaida se despide con un abrazo y un beso. Me ha hecho prometer regresar a visitarla. Se abren las rejas y el portón de muchas cerraduras. En la acera, E se encuentra esperándome. Me ayuda con mis cosas. Dice que iremos a su casa. Su apartamento, en el último piso de un edificio blanco. Desde su balcón, la informe extensión de la ciudad. La cúpula iluminada de la iglesia mayor. El rojo encendido de la tarde.
La vida con E se cubre de pequeños placeres domésticos. Una taza de café para los dos. Conversación placentera. Fallidos intentos de recrear el cocido que vi preparar mil veces a la Madre. Cazuela de barro. Carne en trozos. Tubérculos y vegetales. Un poco de agua. Fuego lento. E, comiendo el cocido terrible con estoicismo. Risas y abrazos. Enjabonar su espalda en la ducha. Tardes de cine. Caminatas por las calles. Sin pensarlo, sin sentirlo, los días se extienden a semanas y pronto pasa un par de meses. El semestre ha terminado. Contra todo pronóstico, he aprobado mis materias y logrado las calificaciones necesarias para conservar la beca. Este fin de semana, ha quedado con sus padres. De vez en cuando, pasa el fin de semana con sus padres. Ha prometido que saldremos a celebrar cuando regrese. Por el intercomunicador, el portero anuncia la llegada de la Señora, quien le espera afuera con el auto encendido. Ha apurado lo que queda de la taza de café. Ha tomado su paraguas, porque afuera llueve. Un beso. Cuidate. Adios.
Zigurat de duelo inconcluso. Tinta china sobre papel. 2006
El lunes llega sin E. Los días se suceden sin su presencia. Una opresión mordisquea mi estómago. Debí haber preguntado el número telefónico de sus padres. O su direccion en la Ciudad del Norte. Estúpido. Nunca pensé en ello. Finalmente una llamada. Se identifica como su hermana. No nos hemos conocido. Una complicación repentina de su estado, dice. Ha muerto de manera imprevisible, dice. No es necesario que vaya a los servicios funerarios, dice. No sería oportuno. El agente de la inmobiliaria vendrá la próxima semana a poner en venta la propiedad. Es necesario que me vaya antes del domingo. Por las cosas de E, que no me preocupe, ya ellos mandarán a alguien a empacarlas. Es importante que me lleve únicamente mis cosas. El portero tiene órdenes de revisar el equipaje. No puedo responder una palabra. Aturdido, como si me hubiesen golpeado en la cabeza.
No hay mucho que empacar. Un par de bolsas de basura bastan. No he podido evitar tomar una de sus camisetas viejas, del cesto de la ropa sucia. Espero que el portero no lo note. Entonces lo comprendo. Los rituales funerarios se dice que se hacen para asegurar el descanso de los muertos, pero en realidad sirven para dar paz a los vivos. Contemplar el cadáver de quien fué querido. Llorar ante su tumba. Colocar unas flores. Bases que sirven para empezar a construír sobre ellas el duelo, y sobre el duelo la aceptación. Sin embargo, no puedo contar con ello. La situación se me antoja irreal y absurda. Pero debe ser verdad. Si no hubiese muerto, habría regresado, sin duda. Ha de ser real, aunque no lo sienta de esa manera. Quisiera pensar que aún vive. Que tal vez, cansado de mí decidió emprender un nuevo comienzo en su ciudad natal, y dejarlo todo atrás, con una cruel excusa. Quisiera ir a buscarlo por las calles desconocidas de la Ciudad del Norte. Pero la gran ciudad no es una ciudad. Es un conglomerado de ciudades fusionadas, habitado por millones de personas. Su familia ha sido clara en que no quiere nada que ver conmigo. No tengo nada que hacer allí. Ultima vista desde el balcón. De nuevo el atardecer se enciende de rojo. Como si el alma del firmamento sangrara.
"Un bello día veremos
levantarse un hilo de humo
desde el extremo confín del mar
y después, la nave aparece.
Y después, la nave es blanca.
Entra en el puerto, truena su saludo."
Un bel di vedremo -Madama Butterfly
Giacomo Puccini -Giussepe Giacossa. 1904
Renata Scotto. 1967
"las palabras fueron avispas
y las calles, como dunas
cuando aún te espero llegar.
En un ataúd guardo tu tacto
y una corona
con tu pelo enmarañado
queriendo encontrar un arcoiris
infinito"
La chispa adecuada. Heroes del Silencio
Avalancha. 1995. EMI
"De que sirve la vida
si a un poco de alegría le sigue un gran dolor?
Me parece mentira
que tampoco esta noche
escucharé tu voz"
En un rincón del alma. Alberto Cortez. 1978
Chabela Vargas. Junio de 2006. Santa Cruz de Tenerife
Que relato más triste, sin duda refleja bien como se enfrenta la gente a situaciones así. Como una vez dijo mi profesora de lengua "el nombre es lo único que le da forma a las cosas, si evitamos hablar de algo o nombrarlo es como si no existiera para nosotros".
ResponderEliminarBesos.
Estimado Christian: Efectivamente, el nombre tiene una carga emocional especial para el ser humano, en particular en relacion con la muerte y la finitud. Los antiguos egipcios consideraban el nombre uno de los componentes esenciales del ser humano, junto con el cuerpo, el alma, el espíritu y la sombra. Para ellos, el ser persiste mientras sea pronunciado su nombre, por ello el castigo del olvido era aun peor que la muerte.
ResponderEliminarEn la letra escrita siempre hayaremos el reflejo del autor.
ResponderEliminarUn relato duro, muy expresivo; cada día más queremos que colabores con nuestro nuevo proyecto.
Gracias por seguirnos, comentarte de que nos tendrás mas veces por aqui y muy buen blog!!!
Estimados GoBri: muchas gracias por la visita y el comentario, me alegro que hayan encontrado una respuesta emocional en el contenido, y me honra que sea de su agrado.
ResponderEliminarMe quedo desolado. Qué forma tan repentina y extraña de que desaparezca una persona, como una burla del destino. Y es una situación que deja puertas sin cerrar. Quizás fue mejor así, y recordar a E. en su último beso..., y no con su nombre escrito en una lápida... Una tía de mi madre tuvo un sólo hijo al que llamaron un día para la guerra, y no volvió nunca más, ni supo más de él. Y el resto de su vida padeció también ese extraño duelo inconcluso, llorando su muerte, pero, a la vez, esperando que apareciera un día por la puerta.
ResponderEliminarMe encantó el Zigurat, me lo imagino como un gran mausoleo visto desde arriba. Las piezas musicales también son preciosas. Y la de Madame Butterfly pone realmente los vellos de punta. Consigues emocionar. Besos.
Estimado Roberto: Es muy curioso, pero como lo describes es la exacta imagen mental que tuve durante la creación de esta ilustración. besos para tí también
EliminarMe encuentro con que todo es una historia que continúa, así que en lugar de seguir leyendo en orden descendiente y ya que estoy en el punto final, por el momento, de lo que quieres contarme, voy a ir al origen.
ResponderEliminarIncido en lo que te dije en el comentario a la última entrada. Me gusta como escribes, aparte del tono, el estilo, de frases breves donde las cosas suceden sin apenas darnos cuenta con rapidez.
Voy entonces a buscar ese inicio.
Saludos
Estimado Argax: efectivamente, son fragmentos de una sola historia continua, al estilo de las novelas por entregas del siglo XIX. Espero te guste el conjunto una vez lo hayas completado. Abrazos
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