que nos depara en vano su carne la mujer"
Canción de la vida profunda. Porfirio Barba-Jacob. Campiña florida (1907).
El beso (Der kuss) - detalle. Gustav Klimt. 1907-8
Oleo sobre tela. Österreichische Galerie Belvedere. Viena
Contemplando mis opciones, me doy cuenta que no tengo muchas. Vivir de acuerdo con el mandato del Hambre y llevar a la realidad mis deseos abiertamente, perturbando el fragil orden social de las creaturas que me rodean, no parece ser una opcion muy sensata. Llamaría demasiado la atención de los otros y la atención de los otros me mortifica. Sería, además un obstáculo para mi observación. Llevar una vida solitaria y vacía de contacto me parece mucho mejor para mis circunstancias, aunque solo en teoría, pues en la realidad la fuerza del Hambre no decrece, y por momentos se hace difícil de soportar. Queda pues, la opción de reformar por la fuerza la configuración de mi deseo. Imponer mi voluntad ante mis apetitos. Mutilarlos y tallarles nuevas salidas. Conseguir una hembra de la especie y hacer lo que los machos hacen. Parece un razonamiento abstruso e impracticable. Sólo hay una forma de saberlo.
Estrella de la mañana. Tinta sobre papel. 2004
Magdalena sabe mi nombre e indefectiblemente me da los buenos días cada mañana al inicio de las clases, con una sonrisa luminosa. Piel olivácea, inmaculada. Palabras precisas, de entonación diáfana. Inteligencia clara. Corta estatura. Figura femenina, acentuadamente curvácea, como una fruta madura. Fué la mejor amiga de D, y después de su partida pasó a ocupar su lugar en nuestro grupo de disecciones anatómicas. Me ha invitado a su grupo de estudio. He conocido su casa, en la parte bonita de la ciudad. Me ha presentado a su madre. Hemos escuchado sus discos de música en Inglés. Me ha mostrado sus videocintas de obscura cinematografía europea. Se ha reído con mis absurdos juegos de palabras. Hemos compartido el café y los recesos de media mañana. Hemos repasado juntos los enormes volúmenes de los textos sentados en su sofá. Le he recitado la lección de fisiología mientras escucha con su cabeza recostada en mi hombro. La he besado en el cuello (el reporte Kinsey lo menciona como zona erógena), y he sentido su estremecimiento. Me ha besado. Nadie me había besado nunca en los labios. Mi boca responde de manera maquinal siguiendo los consejos de Cosmopolitan para un buen beso. Mantener los ojos cerrados. Despacio y con suavidad. Tocar los labios con la punta de la lengua. Besar sucesivamente el labio superior y el inferior. Evitar movimientos excesivamente invasivos o bruscos. Trato de pensar en algo erótico pero solo puedo pensar en el contenido bacteriano de la cavidad oral. Actinomyces. Bacterioides. Fusobacterium. Streptococus. Ha tomado mi mano y la ha llevado a su seno. Piel suave. Carne blanda. Tenue olor a durazno. Le he pedido que sea mi novia. Nuestro tiempo juntos se multiplica. Ya no es virgen hace un par de novios. Sé que espera a que haga mi movimiento en el ritual de cortejo. La he besado muchas veces. He masajeado sus pies. He acariciado su cuerpo. Mi cuerpo, sin embargo no parece responder en absoluto a sus caricias. Su madre no esta en casa hoy como es habitual. Me ha llevado a su cuarto. Se ha mostrado desnuda. La he besado en los lugares que la literatura especializada recomienda. El lóbulo de la oreja. El hueco de la rodilla. Los muslos. El ombligo. las muñecas. Se estremece y gime. Desea más. Sin embargo, mi masculinidad permanece estática. Insensible. Desea tocarme, pero se lo impido. Me averguenzo. Le pido que se relaje y me deje hacer. El Reporte Hite (1976) contiene algunas referencias en el tema del cunnilingus. Tendrá que ser suficiente. Se retuerce de manera espasmódica. Siempre creí que Anaïs Nin hablaba de manera metafórica cuando comparaba el olor del sexo femenino excitado con el de los mariscos, pero me doy cuenta que hablaba de manera literal. Mariscos. Frescos y salados. Me invade la náusea. Sus espasmos ceden. Me acuesto a su espalda. Le abrazo. Tras algunos minutos, duerme. Al menos, ahora sé con certeza que esta táctica no es factible en el largo plazo.
"Ayer mi boca
celó en tu boca
y no te supe besar
Dime mi amor porque no
te puedo amar"
celó en tu boca
y no te supe besar
Dime mi amor porque no
te puedo amar"
María Magdalena. Trigo limpio. 1977. Desde nuestro rincón. Fonogram.
Yo estas experiencias ni las he intentado. Nunca he tenido contacto con ninguna Magdalena. Creo que también sentiría náuseas. Y mira que he tenido mujeres de todas las edades, desde adolescentes a señoras entradas en años, que me han pretendido. Pero siempre las he rechazado sutilmente (pienso que sutilmente), porque tampoco quería hacerles daño. Cuando a los 16 años leí el Banquete de Platón tuve claro que mi media naranja tenía que tener mi mismo aroma. Aunque unos años antes, tuve un compañero de estudios que ya me volvía loco cuando olía su sudor después de la clase de gimnasia..., jeje. Hoy he conocido, además al poeta Porfirio Barba-Jacob, que ha sido un descubrimiento para mí. El grupo Trigo Limpio sí que me suena, pero de muy antiguo, igual que esa canción. Todo un placer la visita. Besos y un fuerte abrazo.
ResponderEliminarEstimado Roberto: me alegra que hayas descubierto algo nuevo. Barba-Jacob es uno de nuestros autores favoritos. Vivió muy abiertamente en un lugar y una epoca en que era lo menos prudente de hacer. Una de sus peculiaridades es que personificaba su orientación sexual llamándola "la dama de cabellos de fuego", muy mencionada a lo largo de su obra. decia que esta "dama" lo habia tocado desde muy temprana edad y le habia regalado el don de la poesía. Abrazos
ResponderEliminar...eso de estar pensando durante el beso en toda la flora bacteriana bucal me ha hecho morir de la risa, jajajajaja...espero que nuestro protagonista desista pronto de este proyecto heterohumano
ResponderEliminarAbrazos, guapo
si, es muy curioso eso de que a veces le asaltan a uno de improviso los pensamientos mas raros en el momento menos indicado. Y en realidad ese proyecto duro muy poco, ya estaba condenado al fracaso desde sus inicios. fuerte abrazo.
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