miércoles, 21 de diciembre de 2011

Lección de Anatomía

"¿Vuelve el polvo al polvo?
¿Vuela el alma al cielo?
¿Todo es vil materia,
Podredumbre y cieno?
¡No sé; pero hay algo
Que explicar no puedo,
Que al par nos infunde
Repugnancia y duelo,
A dejar tan tristes,
Tan solos los muertos."

Rima LXXXIII. Gustavo Adolfo Becquer. 1863

Cornelis Troost. La lección de anatomía del Dr. Willem Roëll
Oleo sobre lienzo. 1738. Galería Nacional. Dublín.

La escuela de medicina es un grán barracón blanco de cuatro niveles.  Espacios rectangulares y severos, desprovistos de todo ornamento. Un grupo de personas espera en el pasillo su turno ante el panel de maestros para la entrevista de admisión.  Me miran con curiosidad por un momento y a continuación se desentienden de mi presencia.  Supongo que un muchacho de catorce años parece un poco fuera de lugar allí.  Todos parecen en sus veintes o treintas. Algunos un poco más incluso.  Fuman y hacen las presentaciones de rigor. Por las conversaciones informales que se oyen en el ruido de fondo me entero que algunos van por su segunda o tercer carrera universitaria. Algunos vienen directamente de la educación básica, como yo.  Finalmente, mi turno. Paredes blanqueadas. Cortinas negras. Sillas de plástico. Intercambiar cortesías.  El panel demanda conocer mis razones para ingresar.  Según las palabras de Eric Cassell , el médico pocas veces cura, algunas veces alivia, pero siempre debe consolar.  El médico acompaña a los que sufren.  Es necesario que alcance a comprender la naturaleza del sufrimiento humano. Necesito conocer la esencia del dolor. Es una información de vital importancia. 

Flor de caos. Bolígrafo sobre papel. 2007

El listado en la cartelera incluye mi nombre. Exito.  Listado de textos. Habrá que arreglarse con los disponibles en la biblioteca de la facultad.  Curriculum anual. Programación de clases. Inicia con anatomía básica. Largas horas de disertación en las penumbras mientras corre el proyector de diapositivas con su monótono click. 

La práctica anatómica se lleva a cabo en una sala embaldosada, llena de camillas metálicas.  En cada una de ellas, un cadáver extraído hace poco de su tanque de preservación.  El olor a formaldehído lo impregna todo. Araña la garganta e irrita los ojos. Hace difícil pensar.  Organizarse en grupos (por orden alfabético). Cada grupo con su cadáver correspondiente. En la camilla, un hombre mayor, desnudo, con un gesto de angustia petrificado en su rostro, boca abierta, textura de cuero curtido.  No tiene signos externos visibles de violencia. Probablemente murió de edad avanzada, o de sofocación (habida cuenta de la manera en que respiran los humanos). Es la primera vez que veo un cuerpo desnudo personalmente.  La facultad se provee de cadáveres que no han sido reclamados, como está establecido por la legislación vigente.  La mayoría, desposeídos, que habitan las calles. La ciudad cuenta con un gran número de ellos. El Padre dice que se debe a que la gente local  tiene fama en el país de ser generosa y dar buenas limosnas, por lo cual atrae a  indigentes de todos los puntos cardinales. Algunos perecen ante los de su propia clase, en luchas territoriales. Otros sucumben al hambre, la enfermedad y la exposición a los elementos. Muchas veces, a las drogas que consumen. Otras veces a los autodenominados grupos de limpieza social, que se abrogan el derecho de eliminar a quienes consideran indeseables.  El noticiero de la noche lo reporta en ocasiones. La disección muestra los detalles del cuerpo. Mis movimientos torpes con el escalpelo muchas veces dañan las frágiles estructuras. El profesor me llama la atención constantemente al respecto.

Orgullo y prejuicio y zombies. Jane Austen y Seth Grahame-Smith.  Quirk Books, 2009.
Portada por Doogie Horner, modificación del retrato de Marcia Fox por William Beechey.  1851

El receso se lleva generalmente en la cafetería de la primera planta.  Allí se fuma, se bebe café frío, se organizan los grupos de amigos y se comparten opiniones.  Ajeno a todos los grupos, bebo mi café y escucho en el murmullo de las conversaciones mezcladas.   D ríe ruidosamente en medio de un grupo de muchachas.  Es largo y flaco, desgarbado, con un curioso perfil de pájaro.  Posiblemente a mediados de sus veintes o inicio de sus treintas. Rostro pálido. Oscuras ojeras. Movimiéntos rápidos y nerviosos.  Fuma un cigarrillo tras otro.  Al parecer proviene de una familia acomodada. Comparte abiertamente con sus amigas los detalles de su vida.  Es la cuarta carrera que inicia, sin haber terminado ninguna, pues no encontró nada que lo convenciera. Es homosexual y su familia lo acepta.  En las tardes, al terminar las clases, viene un hombre a recogerlo. Generalmente, no el mismo.  Le besa con la boca abierta.  En las mañanas, discute las aventuras de la fiesta de la noche anterior, en las que generalmente se ha divertido a morir. Las clases no parecen interesarle mucho, y muchas veces se duerme durante las conferencias, con las gafas oscuras puestas. Muchos lo evitan, y reaccionan ante su presencia con un rictus de repugnancia.  D parece impermeable a ello y continúa con su monólogo impasiblemente.  En su casillero del sótano aparecen escritos epítetos insultantes. No parece darse por enterado.  Aparecieron igualmente en su motocicleta, grabados con una llave sobre la pintura del tanque.  Su buen humor sarcástico no parece haber variado. Finalmente un buen día no aparece más. Los comentarios de la cafetería dicen que decidió irse a la Capital a perseguir otra carrera, porque siente que el ambiente de la provincia le es opresivo.  Nunca tuvimos una conversación ni le conocí más que indirectamente, aunque diseccionábamos el mismo cadáver.

Hasta algunos años antes, la homosexualidad era, en el pais, contra la ley y castigada con cárcel.  Poco después de su despenalización, se organizó el primer desfile de orgullo gay del país.  El noticiero registró en sus imágenes un puñado de ciudadanos a pié, rodeados por varias docenas de policías antidisturbios,  por una calle de la capital, llevando pancartas y gritando consignas pidiendo igualdad y derechos.  Las opiniones del público, que se mostraban en contra, indicaban que la gente normal no sale a las calles a expresarse orgullosa de ser normal, y por lo tanto los invertidos tampoco deberían hacerlo. No explicaba, sin embargo, el noticiero en que consiste el orgullo gay, y la literatura disponible no tenía mucho que decir sobre el tema.  Algunos años después, el noticiero señalaba en un breve apunte que el organizador de aquel primer movimiento había muerto, víctima de uno de los grupos de limpieza social, similar a los que mantienen abastecida nuestra práctica de anatomía, al igual que tantos otros en similares circunstancias a lo largo y ancho de la geografía nacional.  Entonces la noción se aclara un poco. No es orgullo el considerarse mejor que los otros por tener una peculiaridad en el modo de sentir.  Es orgullo lo que trataba de hacer D y lo que costó la vida al manifestante. Resistir ante la maquinaria que monta la sociedad para hacer de cuenta de que algunos de sus miembros no existen. No disculparse por ser quien es. No tratar de hacerse invisible y desaparer.  Parece ser una lucha desigual.


"Que es un hombre? que es lo que en verdad tiene? Si no es a sí mismo, entonces no tiene nada.  Decir lo que verdaderamente se siente y no las palabras de aquel que se arrodilla"
My way.  Frank Sinatra. Adaptación de Paul Anka. 1969

2 comentarios:

  1. Una amiga mía, que también estudió medicina, me contaba también una experiencia parecida sobre la primera vez que se enfrentó a una clase de anatomía. Por acá, en los periódicos locales, a veces sale la foto de una persona difunta por si alguien la conoce. Suelen ser vagabundos, o gente que han perdido todo contacto con la sociedad y ya nadie se acuerda de ellos ni para reclamar su cuerpo... Y algunos son solicitados por la facultad de medicina. Me gustaron las palabras de Eric Cassell. Y veo que la ciencia médica tiene mucho que ver con el Budismo, en el sentido de que busca la raíz del dolor para combatirlo y extinguirlo. Bueno, y la lucha de los homosexuales por ser reconocidos como ciudadanos con igualdad de derechos y dignidad está aún al comienzo del camino. En España, en tiempos de la dictadura franquista, los homosexuales eran condenados a campos de trabajo para ser "reeducados", y todavía hoy existe una importante cultura homofóbica en muchos aspectos. La actitud de D me pareció realmente heroica, como la de un Óscar Wilde moderno. Y qué grandes las palabras de esa canción de Sinatra :-). Un beso y un abrazo. Y aprovecho, antes que se me olvide, para felicitarte por la Navidad y desearte un feliz año entrante.

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  2. muchas gracias por la visita. Es cierto, la medicina comparte terrenos con las enseñanzas de Buda, especialmente en la parte de que la vida es sufrimiento. muchas felicidades para ti tambien en las festividades

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