jueves, 12 de septiembre de 2013

Zona muerta

"Notaron también que sobrellevaba la muerte con altivez, pues no tenía el semblante solitario de los otros ahogados del mar, ni tampoco la catadura sórdida y menesterosa de los ahogados fluviales"
El ahogado mas hermoso del mundo.   Gabriel Garcia Marquez.  1968

"He fluido tan lejos
del fermentado mosto de mi sangre,
y siempre en mi el resonar.
Cuando, terrible, hacia el este
los pétreos huesos carcomidos,
mi pueblo,
claman a Dios"
Mein Volk.  Else Lasker-Schüler.  1902

"Todos nos tendían la mano. Habían bajado desde las sombrías montañas y desde las alturas a tender las manos hacia algo que pensaban que podía ofrecerles la civilización sin imaginarse la tristeza y pobreza y decepción de esta."
On the road.  Jack Kerouac.  1957.  


The safety zone.  Jim Ferringer
Fotografía y manipulación digital.  
The Naked Man Project.   Billy Hertz gallery

La noche termina de pasar muy despacio, negando el paso obstinadamente a al primera luz.   Queda muy poco de comer.  No ha sido posible racionar mucho, dado que sin electricidad lo que había en el refrigerador se echaría a perder en poco tiempo.  Un poco de carne que la Madre ha cubierto de sal en un recipiente plástico.  Un poco de harina de maíz.  Un poco de sustituto de café. Un par de cubos de caldo de gallina.   Casi nada de agua en el tanque de reserva.   Un cubo de agua recogido de la lluvia de la ultima tarde.   A lo lejos, detrás de la hondonada, bajo el guadual en movimiento perpetuo, se escucha una corriente de agua.  Sucia, probablemente, pero podría servir si se hierve un poco.  Queda poco gas en la bombona pero la Madre ha encendido ya un fuego con madera seca, en la terraza.   Hermana ha dicho con aspecto grave que durante la noche y el amanecer  no ha sentido los usuales movimientos energéticos del no nacido.  Aplicando el oído al vientre abultado se puede escuchar el palpitar acelerado del corazon fetal.  Vive. No hace falta alarmarse.  El marido ha regresado.  Los rumores de que un camión de la Cruz Roja iba a venir para distribuir ayudas era cierto.  Sin embargo, la multitud ha decidido no esperar a la distribución.   El marido ha llegado demasiado tarde.  Solo ha visto la carcasa incinerada que quedaba del camión vació.   Golpes en la puerta.  Un hombre.  Alto y voluminoso. Ancho bigote.  Sangre seca sobre su cara.  De la conversión se infiere que es el tendero del barrio.  Anoche irrumpieron en su casa.   Un golpe en la crisma con la cacha del revolver.   Ha ido a lo que queda del hospital  para que lo remienden, pero se ha vuelto sin esperar.  Los heridos mueren por los patios como moscas. Las enfermeras corren bajo los plásticos, suturando heridas sin desinfectar, con los cabos de hilo sobrantes de heridos anteriores.   Los vecinos han dicho que soy enfermero o algo por el estilo.  Tal vez podría yo colocarle uno o dos puntos.   No importa si no hay hilo de sutura, que el tiene un poco de hilo de pescar.  No importa que no haya aguja de sutura, que con una de coser sirve.  No importa que no haya anestesia tampoco, que el se sabe aguantar.   El cuero cabelludo se ha abierto.  Una costra negra, húmeda, rezuma un poco de sangre.  Café molido.  Y telarañas.  Las vecinas dicen que el café molido con telarañas es bueno para parar la hemorragia.  No es bueno  creer en todo lo que dice la gente.  Cuesta retirar toda la suciedad adherida.   Un periódico viejo para no manchar el piso.  Las heridas del cuero cabelludo siempre sangran mucho, vera usted.  Es porque tiene muchos vasos sanguíneos.   El recio cuero cabelludo hace difícil pasar la aguja de lado a lado. Las manos no tienen fuerza suficiente.  Un nudo. Una tijera para cortar el hilo.  Muchas gracias, pero el dinero no sirve de nada en estas circunstancias.  No hay ningún lugar abierto en el que pudiéramos comprar algo, usted sabe.   Alguna cosa de comer, tal vez.  Ella ya tiene bien avanzado el embarazo y necesita.  Los vándalos, por supuesto, no habrán dejado mucho.   Una lata de sardinas en salsa de tomate.  Eso será suficiente.  

Al vacío. Tinta sobre papel.  2007

Un grupo de gente hace corrillo al pie de la carretera polvorienta.  Un cadáver desplegado sobre el cercado.  Alguno de los saqueadores, que lograron cargarse.  Los demás escaparon.   Se discute sobre la si se habrá de bajarlo y llevarlo a enterrar en las fosas comunes o se ha de dejar alli para advertencia de sus compañeros cuando regresen.   Un hombre joven.   Torso desnudo. Pantalón de deporte recortado a la altura de las rodillas.  Un solo zapato. Un escapulario atado al tobillo.   Un arma de carga múltiple, una escopeta tal vez, ha regado con oscuras y sangrientas manchas de pólvora el dorado perfecto de su pecho. Sus largos miembros enredados en el alambre de púa, marcados con tatuajes de letras de trazado grueso y caligrafía torcida. Perfil indudablemente hermoso, de facciones duras.  Sus ojos entrecerrados parecen mirar con insolencia.

No podemos quedarnos a esperar aquí.   No dejaran pasar ninguna ayuda hacia este lado de la gran avenida.  Los rumores dicen que el ejercito ha logrado hacerse de nuevo con el control de los restos del centro de la ciudad. Allí tal vez estén repartiendo algo.  Al este.   Del este viene la nausea intolerable.  Los buitres circundan las corrientes térmicas, en la coreografía levisima de sus orbitas intersectantes.  Ellos también lo han percibido.  La materia orgánica, muerta y sepultada bajo mil techos colapsados, bajo el sol tibio de la mañana, decarboxila lentamente sus aminoácidos y el viento se satura de las huellas de su putrefacción. La Madre no lo ha percibido todavía. Hay que ir al este.

Lo que queda del centro de la ciudad es difícilmente reconocible.   En la única calzada despejada de escombros de la gran autopista, un camión. Seis ejes. Lona negra ajada.  Los hombres del ejercito, con sus uniformes camuflados y sus fusiles cruzados sobre sus vientres gritan ordenes a la multitud  para que se mantengan en fila.   Larga espera.  La Madre lo ha percibido ya.  Estamos rodeados por el olor de la muerte que roe nuestros nervios.  El hombre adentro del camión avienta paquetes idénticos, envueltos en plastico,
 a la multitud que extiende las manos.  Hay que regresar.  Pero, ¿Que hay en el paquete?  RACIÓN DE CAMPAÑA LISTA PARA CONSUMIR. CODIGO DE LA NORMA TECNICA NTMD-0065 Rectángulos de envoltura metalizada.  Para consumo de  los miembros de las Fuerzas Militares y la Policía Nacional, cuando las circunstancias no permiten el suministro de la ración de alimento normal. TORTA DE BANANO. 150grs.  Empacado al vacío.  ALIMENTO FORTIFICADO Y GRANULADO.  25 grs. Despues de abierto consumase en el menos tiempo posible. TAMAL. 100 grs.  Alimento deshidratado.  ESTOFADO DE CARNE.  150gsrs.  Esterilizado en bolsa flexible termosellada.  La barra de carne deshidratada tiene una consistencia similar a un turron reblandecido y un sabor vago a sal y plástico.  
-¿Esto es lo que comen los soldados?
-Cuando van a pelear a la selva
-Pensé que comian animales que cazaban ellos mismos
-No, porque encender un fuego les daría al enemigo su posicion.
-¿Así que viven de esto?
-No.  Solo es para no morir


"vete sigiloso por la carretera 
no hagas mucho ruido, porque alguien te espera.
cuida tus palabras o cierra la boca 
que es mejor callado que estar bajo tierra
Porque en la zona
todo esta que estalla
y si no te cuidas alguien te disparara"

En la zona.  Ilona
Desde mi ventana. 2005
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