martes, 30 de diciembre de 2014

誰か 誰 だ

" ¡Tú! ¡Ya no me envíes el aroma
del ardiente bálsamo
de tus dulces jardines nocturnos!
En mis mejillas sangra el pudor
y en torno a mí vibra el aire estival.
Tú… refresca mis mejillas
con inaromáticas, inapetentes
hierbas nocturnas.
Pero ya no más el hálito de tus anhelantes rosas,
pues atormenta mi rubor"
Mi rubor. Else Lasker-Schüler. Poemas selectos. 1917



Momentum.  Instalación por United Visual Artists
Barbican Curve Gallery.  Londres 2014


El local parece querer colapsar sobre si mismo.  Un largo pasillo flanqueado por paredes de estuco desconchado que salpica de escamas de pintura el suelo.  Algunas sombras deambulan en distintas direcciones, haciendo sonar sobre el embaldosado las sandalias. Un parasol raído cubre del sol un par de sillas de polipropileno que fueron blancas en tiempos mejores. Las yerbas crecidas del patio interior cruzan la frontera del concreto con sus raicillas mientras ondulan despacio con el viento.  La puerta desajustada deja salir una nubecilla blanca. El borde de la puerta se arrastra un poco por el suelo, con un chirrido.  No parece haber nadie. Silencio interrumpido únicamente por la maquina del baño turco que tose intermitentemente el vapor.  Las hojas de eucalipto, ocultas en la poceta, exhaustas de sus compuestos volátiles, no huelen ya a nada. Queda solo la transpiración de un numero incierto de pasados cuerpos anónimos.  Es tiempo de salir.  En el recodo mas oscuro, un dejo levísimo y azucarado en el aire, delata la presencia de alguien. Una presencia marcada apenas por una silueta vaga.  Un acercamiento. Unos labios tocan los míos. Un contacto eléctrico. Una retirada involuntaria, buscando al tacto la perilla de la puerta, escapando con un sabor incierto a beso todavía en los labios. La lampara del vestidor emite una luz parpadeante. Horario de dos a ocho.  Sus tubos fluorescentes, ennegrecidos en los extremos, zumban como un escarabajo volando.  Por favor depositar la toalla en la cesta. El mostrador de madera deja caer las diminutas esferas de la acción del comején, como una lluvia imperceptible.  Los martes, dos por el precio de uno.  Las llaves se entregan en la recepción, y por fin la calle con su río de automóviles y la acera con su río de gente. El viejo parque con la tumba del fundador de la ciudad, salpicada de grafitis.   La vieja banca de madera enmohecida. Las piedras del fondo del estanque artificial se secan al sol de los charcos de lodo que dejó la ultima lluvia.   En un tiempo, el agua corría desde el mecanismo oculto detrás de la pared de rocas falsas y las carpas ondeaban su dorso dorado.  Ahora solo pequeñas manchas de algas verdosas. Un par de niños van a saltos de un bloque de concreto al siguiente tratando de vadear un agua imaginaria.
-Mira, Manuel: Un moustro.
-No se dice moustro. Se dice moustruo.
Una nube gris enorme pasa sobre el cielo de un gris mas claro
-Y, y tiene, eh... tiene una candela. De fuego
-Pero es una candela negra que no se ve
La ultima luz del día hace excepcionalmente amarillo el disco amarillo de la flor del hibisco.
El pequeño índice regordete describe un circulo.
-Ya no mas, niños. Les he dicho mil veces que no se señala a la gente.

La nube gris avanza pesadamente descubriendo un jirón diminuto de celeste.  De nuevo el tenue olor a dulce
-Esta ocupado el asiento?
-No. Adelante.
Un hombre joven. En sus ojos brilla algo similar a una pregunta.
-Se acuerda de mi? Estaba allí, en el turco.
-Lo recuerdo, desde luego. Nos dimos un beso
Extiende su mano.  El contacto de sus dedos es tibio.  Dice su nombre.  Una vez conoci a alguien por ese nombre.




La sombra de la mirada del otro.  Acuarela sobre cartulina.  2012.


-Espero que no le incomode que lo acompañe.
-No, en absoluto.
-Se ha puesto todo rojo.
-Yo... Es una reacción involuntaria.  Lo siento.
-Hacía mucho que quería hablar con usted.
-Nos conocíamos ya acaso?
-Nos hemos visto.
-Donde?
-Donde va usted a tomar la merienda todos los sábados en la tarde.  Te negro con limón y una galleta de linaza.  Cierto?
-Atiende en ese lugar?. No me había fijado.
La conversación se alarga, la oscuridad cae, las farolas se encienden.  Antecedentes y confidencias. Estudió hasta la secundaria.  Vive con su abuela y sus hermanos pequeños. Durante el dia sirve mesas y durante las noches pone música en una discoteca. Pregunta sobre mi vida y trato de evitar los detalles.
-Y con quien vive?
-Vivo solo.
-Pero me dice que su mamá vive aquí mismo.
-Así es.
-Porque no vive con ella entonces?
-El resto de la familia y yo estamos...distanciados.  Si estuviera viviendo con ella, no irían a visitarla.
Una llovizna menuda cae.  Caminamos por las calles.  Compartimos empanadas de una venta ambulante.

-Y este es el sitio.  Tendrá que disculpar, pero hace poco que vivo aquí y no tengo muebles todavía.
-Tiene un perrito.
-Es hembra. No es en realidad de mi propiedad.  Vino por su propia cuenta a acompañarme.
-Como se llama?
-Eleuteria
-Que raro.
-Estaba abandonada. No se su nombre original.
-Pero no es un nombre de perro.  Es un nombre de gente
-Un nombre es tan bueno como otro cualquiera, supongo. No creo que a los animales domésticos les importe demasiado. Lo importante es que nos hacemos compañía.
-Está nervioso?
-No, porque lo dice?
-No mira a los ojos cuando habla.
-Es verdad.  No lo había notado.  No es muy educado de mi parte.  Desea usted café?
El agua borbotea dentro de la cafetera con un sonido ronco. La televisión murmura las noticias de la noche.

A pesar de haber pasado hace mucho la hora de dormir, sigo despierto.  Conversación. Sexo.  Un poco mas de conversación.  Al fin, E' duerme profundamente a mi lado, sobre el colchón inflable que hace las veces de cama. La oscilación de su pecho al respirar transmite de algún modo una sensación de seguridad largamente olvidada.



"Te vi.
Saliste entre la gente a saludar.
Los astros se rieron otra vez.
La llave de Mandala se quebró.
O simplemente te vi"
Un vestido y un amor. Fito Paez.
El amor después del amor. 1992. Warner Music.


"Tengo
 la piel cansada de la tarde gris, tan gris.
Guardo
Guardo los verdes, verdes de tu bosque.
Voy
con ramas secas a buscarte.
Después llego hasta vos
como la tarde."
Tengo la piel cansada de la tarde.  Piero de Benedictis. 
Pedro Nadie.  1970. CBS


viernes, 31 de octubre de 2014

Sit tibi terra levis

"Señor: es hora. Largo fue el verano.
Pon tu sombra en los relojes solares,
y suelta los vientos por las llanuras.
Haz que sazonen los últimos frutos;
concédeles dos días más del sur,
úrgeles a su madurez y mete
en el vino espeso el postrer dulzor.
No hará casa el que ahora no la tiene,
el que ahora está solo lo estará siempre,
velará, leerá, escribirá largas cartas,
y deambulará por las avenidas,
inquieto como el rodar de las hojas."
Día de otoño. Rainer María Rilke

Nightscape.  Jee Young Lee  
Fotografía. Serie Daze: Stage of mind.  2012


La Madre ha dejado la bolsa con sus cosas sobre la cama tendida mientras inspecciona el lugar. 
-Es muy pequeño, pero es lo que se puede hacer por ahora.  En todo caso es mejor. Al menos aquí no se filtra la lluvia. 
-Habría preferido quedarme allá todavía
-No tiene sentido. Los funcionarios hicieron ya lo suyo. Los listados están hechos.  Ya solo queda esperar y no es ese un buen lugar para esperar. 
-Y si se roban todo?
-No importa.  Solo son maderas y cartones.  No va a necesitar eso para nada cuando entreguen la casa nueva.
-Quien sabe cuando..
-Mas temprano que tarde. He ido al sitio.  Ya las obras están en marcha.
-Lejos?
-Lejos, si.  
-Ha de ser una casa de esas pequeñitas como alcancías que construyen ahora
-Seguramente. Pero una casa al fin y al cabo.  No se ha perdido todo.  

La dueña de casa nos ha dado el recorrido reglamentario: La cocina comunitaria.  El baño compartido.  El pasillo flanqueado por las puertas de los otros inquilinos.  El portal que se cierra todas las noches a las diez.  De nuevo el pequeño cuarto con su ventana que se abre hacia ninguna parte.  La Madre suspira mientras guarda sus pocas pertenencias en el viejo armario. 

-Necesito que me acompañe a hacer una visita.
-A quien?
-Su prima Evelina.
-La de Rosario?
-Si, la mayor.  Está enferma.
-Que tiene?
-Le salió una llaga en la nuca. Hace tiempo ya.  Nunca le hizo caso.  Resultó ser cáncer. Estuvo en el hospital pero los médicos la desahuciaron. Dijeron que era mejor que se la llevaran para la casa.  
-Y vamos a ir hasta su pueblo?
-No. Está aquí mismo. Ella estuvo muchos años de doméstica interna, y los patrones estuvieron de acuerdo en recibirla en la casa. 
-Y porque no la llevan con su familia? 
-Usted sabe que ellos viven muy lejos, allá montaña arriba.  Queda muy difícil sacarla de allá cuando sea necesario.  Además esa pobre gente no tiene ni idea de manejar esas mangueras que le pusieron para alimentarla ni de como ponerle la droga que le mandaron
-O sea que le van a poner una enfermera particular.
-Precisamente. Es que le querían pedir a usted el favor 

La habitación del servicio queda al fondo de la casa, después de la cocina y del cuarto de lavado.  Un ramillete de iconos anida en un ángulo de la pared. Olor a antiséptico y a velas encendidas.  Caras compungidas de familiares vagamente reconocibles, largamente no vistos.  Abrazos, reverencias y cortesías. 

-Se acuerda, mijita, de su primo? Usted lo cargaba de pequeño.
-El bebé que no lloraba nunca, claro.  Es muy raro que un bebé no llore nunca. Es difícil de olvidar.  Siempre mirando todo tan fijamente.  Que alto que está ahora...   



Discontinuidad hiperboloide.  
Carboncillo sobre papel. 2014


El mantel de plástico tiene estampados de frutas  impresos en una tricromía discordante. El plato de peltre tiene una mancha oscura donde se ha desconchabado su esmalte.
-Tómese la sopa, mijo, mientras todavía esta caliente.
-Si, gracias.
-Sigue muy mal?
-Mal, así es.
-Ha seguido perdiendo la cabeza? Sigue con lo de..?
-La criatura oscura que se agazapa a los pies de su cama. Si.  Es cada vez peor
-Dice cosas muy raras. Ayer me dijo que no quería que usted estuviera allá.  Que la cosa le habla a usted y usted hace como que no la escucha.
-El tumor se ha extendido por su cerebro.  es una reacción usual en estos casos.
-Ay pero usted se ve tan demacrado.
-No ha sido posible dormir estas ultimas noches, la verdad.
-Y esas bolas negras que tiene detrás de las orejas que son?
-Ganglios linfáticos.  Están infiltrados por células malignas
-Por eso son tan duras?
-Si, por eso.

La noche pasa despacio.  El goteo de morfina se desliza imperceptiblemente por el tubo transparente.  El dolor permanece sin embargo. Cada vez mas omnipresente.Gigante.  El insomnio hace terrible el caer de los minutos, y la consciencia se hace febril, pero amanece y el amanecer trae una calma pequeña a la tormenta.  Su gesto se ablanda y articula algunas palabras quedamente.

-Si hace bueno quisiera salir al jardín.
-Me parece bien.  Hace mucho que no sale al sol.  Le hará bien.
-Será que mi mamá viene hoy?
-No. Ella se fue para el campo, recuerde. Regresará el domingo.

Los arrayanes del patio se encuentran en flor, y los pájaros se enzarzan en sus batallas de canto desde sus ramas.  Al otro lado del alto muro, el rumor de los primeros automóviles que se apresuran por la avenida huyendo al inicio de la hora pico.  Las ruedas oxidadas de la silla de ruedas chirrean al avanzar sobre el césped

-El viento dejó de soplar de repente.
-Es verdad.
Las azaleas del jardín sostienen sus corolas perfectamente inmóviles.

-Los pajaros se quedaron callados de pronto
-Es verdad también.
-¿Que fue lo que me puso ahora?
-Lo de siempre.  Morfina
-Pues esta vez si me ha quitado el dolor.
-Cuanto me alegro.

El cielo permanece imperturbable en su resplandor dorado.

-Estoy soñando?
-No
-No es el mismo lugar.  Parece el mismo lugar pero no es el mismo lugar
-Cierto.
-Que es?
-Un paso
-A donde?
-Entre el el sueño y el silencio
-Quisiera quedarme.
-Es imposible. Hay que partir. El emisario estará aquí pronto.
-No se vayan. Acompáñenme
-No se supone que esté aquí. No puedo ir. La entrada al silencio sagrado me está prohibida.




"Ha terminado el verano.
Flores y besos se han ido.
Y me quede
encerrada
en su luz.
Ha terminado el verano, los días de otoño vuelven a brillar.
ha terminado el verano, la tarde y el día
y me voy sin llorar. "
Tormenta.  1970. 
3ZE-3711. VIK-RCAVictor



  

miércoles, 30 de julio de 2014

Lo que queda sobre el cuerpo del desierto

"Comprenda que ni para él ni para nosotros, ni en la vida ni en la muerte, hay patria sin paz. Porque no se
puede llamar patria. ¿Verdad?, a esa tierra densa, privada de luz, donde seremos alimento de animales
ciegos."
El malentendido.  Albert Camus. 1944

"Y, cosa rara, en la mitad de la confusión se levantaban dos casuchas.  Estaban construidas con maderos inservibles y medio calcinados, con canecas vacías y rotas, con latas de diversos tamaños y colores, con hierros decrépitos.  Parecían, mas que levantadas por la mano del hombre, hechas al azar, formadas casualmente al arrojar los desperdicios de la ciudad, las sombras de las estructuras, los empaques de las maquinas y de los motores"
La rebelión de las ratas.  Fernando Soto Aparicio. 1962


Casa.  Rachel Whiteread
Vaciado en concreto. 1993

Marat. Vik Muñiz.
Composicion con materiales de desecho. Waste land.  2010


Es difícil establecer con claridad la ubicación una vez arrasados, allanados  y desaparecidos los referentes.  La mayor parte de la estación de autobuses está, sin embargo, aun en el mismo sitio.   Esto lo que queda de la valla de la escuela.  Esta la carcasa de lo que fue un teléfono publico.  La calzada de lo que era la calle habrá de ser esta, entonces, cruzada de grietas profundas.  En lugar de las antiguas casas, montañas de escombros apilados por las excavadoras, el amarillo de la arcilla desnuda del subsuelo y los parches de verde de la vegetación que brota a la par que numerosos albergues autoconstruídos, irregulares, de deficientes condiciones de habitabilidad.  Madera y plástico.  El antiguo emplazamiento de la casa debe estar cerca.  Es este, si, el peldaño inferior de la escalera de la entrada. Y este el muñón del poste de la luz.  Un golpe seco con un pedrusco recogido del suelo sobre la puerta improvisada.  Ojo que mira por una rendija. La sonrisa sorprendida de la Madre.

-Me dijeron que estaba aquí.
-Y aquí estoy, si. Pero entremos y se desayuna.
La tierra desnuda del suelo, cubierta a tramos por maderos irregulares. Una cama plegable de armazón metálica.

-¿Y esto? ¿Quien lo hizo? ¿Porque?
-Pues yo misma.  Su hermano mayor me ayudo a clavar los pilotes.  Porque no había mas remedio.
-Es un poco pesado vivir con ellos, claro, pero seria preferible a esto. Hubiera podido al menos quedarse en un  hotel. Le mandé dinero para lo que necesitara.

Los rayos de luz que se cuelan entre las tablas de las paredes rodean de aureolas diminutas las motas de polvo flotantes.

-No es por eso.  Es por los derechos del terreno.
-Para eso están los títulos de propiedad.
-Eso se fue con la casa.
-En la oficina de archivos públicos, quiero decir.

Afuera de la puerta trasera se sostiene en pie aun lo que fue el mesón de la cocina. En medio de dos ladrillos unos trozos de madera ardiendo hacen hervir la pequeña olla del café.

-Eso ya no existe tampoco.  Es por eso mismo.  Dicen que va a haber un censo. Que van a venir a ver quien encuentran como ocupantes y que a esos va a ser a quienes van a dar las casas. Porque van a dar casas, pero no aquí.  Los que vinieron con las maquinas a remover los escombros dijeron que el suelo esta agrietado y que no se va a poder volver a construir casas. No van a dar permiso. Las van a hacer a las afueras según dicen.
-No estoy seguro que valga la pena.  Es insalubre.
-Pero no hay de otra. Tampoco esta tan mal.  Por causa del barranco el bulldozer no pudo pasar bien por aquí.  El Baño del sótano sirve todavía.   Igual ni será por mucho tiempo tampoco. y ¿Como va todo allá?
-No del todo bien. Por eso he venido.  Y por verla a usted también, naturalmente.  Tengo que resolver algunos asuntos con respecto al seguro de salud.  O no voy a poder conservar el empleo.
-Ay, pues Dios mediante...

Deformación monocromática. Tinta sobre papel. 2011

La funcionaria del quinto piso ha recomendado que hable con el del segundo. El del segundo no atiende porque se ha tomado vacaciones pero la subsecretaria del vice director administrativo le cubre, aunque solo con cita previa por teléfono.   O podría esperar por si alguien no se presenta y se puede abrir un espacio. Sin compromiso, obviamente.
-En todo caso la documentación es bastante clara. Por parte de nosotros el procedimiento se hizo a cabalidad. Si la aseguradora de la otra ciudad se niega a aceptar la transferencia ya no entra en nuestra competencia.  El propio señor vice director revisó los papeles y opina lo mismo.

Los pasos, como en otras veces, me han traído de nuevo, sin pensar ante el edificio blanco habitado por las memorias de E.  Pero ya no existe el edificio blanco.  Solo un campo de yerbas altas que despuntan sobre el muro precario de cartón yeso que delimita el área donde una vez estuvo.

-Entonces, ¿No se pudo arreglar nada, hijo?
-Nada. No señora.
-Y ahora...
-Tendré que regresar allá. Recoger mis cosas. Finiquitar los asuntos. Y luego volveré y buscaré algo aquí mismo. Y veremos como puede arreglarse todo este asunto

La gran ciudad se mantiene cambiante, y sin embargo siempre idéntica a si misma, con su cielo de vidrio esmerilado y su ininterrumpida lluvia de hollín, imperceptible sobre todas las cabezas.
 
-Es una lástima.  Aquí todos lo apreciamos, pero ya sabe usted.  No puede hacerse nada contra las políticas de la empresa.
-Si, por supuesto.  Temas legales. Es de esperarse.
-Ya sabrá que el tipo de contratación que tenemos no da lugar a liquidación de cesantías.
-Estoy enterado, si. En el contrato aparece.
-Bueno, pues si llega a resolverse algo de ese asunto, no dude en buscarnos.
-Muchas gracias.

Los contenidos de las gavetas del escritorio caben en una bolsa de compra.  Un par de apretones de manos de despedida.  A la salida, la mujer de la recepción extiende un sobre estampado de corazones.

-Para usted

A su interior una tarjeta de felicitación con dibujos de criaturas antopo-zoomórficas sonrientes, brillantes de partículas de papel metalizado y salpicadas con una docena de firmas, incluyendo los trazos energicos, redondos y un poco demasiado grandes, que dibujan el nombre de Martín.

-Es de parte de todos y muchas gracias.   Lástima que se tenga que ir.  Y por aquí a la orden en todo caso. Un abrazo.  El dejo de un olor a fruta en su cabello. Fresa artificial, probablemente.

El altavoz de la terminal indica que es momento de abordar el autobús.  Puerta cinco.  Ultimo asiento. 44 pasillo. El autobús adormece con el vaivén oscilante de las curvas de la carretera.  Ya ha quedado muy atrás el resplandor naranja que dibuja sobre el cielo el área metropolitana.  El chofer ha apagado el radio por fin y los pasajeros duermen. El hombre del lado de la ventanilla parece dormir también, cubierto con una pequeña frazada, pero su rodilla se frota insistente con la mía. A través de las cortinas cerradas, solo el resplandor ocasional de las farolas de los autos que cruzan en dirección contraria y una noche sin luna.  Un poco después, el roce de su meñique y luego la palma de su mano abierta que busca mi mano y la dirige despacio a su entrepierna. Tibia y sólida. El cierre se abre con un crujido casi imperceptible.  Un movimiento rápido y preciso y su mano sobre mi nuca me oculta, de pronto, bajo su frazada.   Minutos largos. Su mano dirige el movimiento.  Arriba y abajo. Arriba y abajo.  Cada vez menos arriba pero mas abajo.  Una ultima bocanada de aire.  Luego su orgasmo, largo y silencioso. Luego duerme de verdad.   Después de varias horas atravesando la noche, el autobús  ha quedado detenido con un gruñido seco, inmediata mente después de remontar el paso de la cordillera.  Una nube blanca de vapor ascendiendo de su rejilla frontal.  Desde el promontorio junto a la cuneta, el panorama de la ciudad dormida es un mosaico de parches de luz, donde sigue la vida su curso usual y oscuridades desprovistas de civilización. El amanecer despunta despacio manchando el cielo de tonos indefinibles.  El hombre se acerca, entablando conversación trivial, que se responden con frases formulaicas, guardadas de otras conversaciones triviales.  Ofrece un cigarrillo del paquete que guarda en el bolsillo de su camisa.

-¿Y a que viene por aquí? ¿Trabajo o paseo?
-Vuelvo aquí para ver despertar el día sobre esta tierra, dura y desgarrada.

"uno vuelve siempre 
a los viejos sitios
donde amó la vida,
y entonces comprende
como están de ausentes
las cosas queridas"
Canción de las simples cosas.  Chavela Vargas. 2006. Cupaima. RCA
(Cesar Isella. 1969)


sábado, 31 de mayo de 2014

Möchte nicht

"La luna está muerta.
Amanece convertida en una ventana azul.
Oh noche. Noche, ¿qué has dicho?
En cuanto a tu forma que no puedo describir
Y yo soy nadie,
Vengo solo, a mirarme en ti
Y mi espejo se rompe."
El hombre negro. Serguéi Yesenin. 1924


The Strollers. Otho Cushing.1902 


Martín sonríe con su sonrisa ancha perfectamente estudiada y encantadora.  El violeta de su órbita izquierda, desvanecido a casi imperceptible. el tibio de la palma de su mano apoyada firmemente sobre mi hombro.
-En todo caso, disculpa por el malentendido.  ¿Estamos bien entonces?
-Si, naturalmente.
-¿Y entonces si vas a estar en la fiesta del viernes?
-¿Que fiesta?
-La que va a haber en mi casa.
-¿Que se celebra?
-Pues el día del amor y la amistad, en que planeta vives.  Todos saben que ese día va a ser lo del amigo secreto
-Ah si, claro. Intercambio de regalos. He sido notificado con anterioridad.
-Entonces de aquí salimos para allá.  ¿Asi quedamos, no?  Nada de otros planes para el viernes


La casa esta adornada con globos de látex de colores chillones y espirales de papel.  los muebles de la sala arrinconados para dejar espacio en el centro.   Una mesa para los regalos cubierta con un mantel de plástico.  Un tazón de papas fritas y un pastel.

-Bueno, todo el mundo a caer con la cuota para el licor.
-¿Y entonces que vamos a tomar, papi?
-Mi amor, pues aguardiente o ron. ¿Que te gusta mas?
-Ay no, que pereza.  Mas bien hagamos coctelitos
-Pero  ¿Quien los hace? ¿Tu?
-No, yo si ni idea.  Soy buena es para tomármelos, ji ji.
-Yo se preparar margaritas...
-Si, si, rico margaritas
-Es que éste sabe de todo un poco. Vamos pues y me acompañas a comprar los materiales.

Tímidos faroles intermitentes iluminan las calles semi vacías del barrio.   Al letrero del supermercado se le han apagado un par de letras.
-Bueno, primero que todo, toronjas.
-No tienen.
-Entonces mandarinas tendrán que servir
-¿Que mas?
-Tequila. Es lo mas importante.
-Eso si hay.  ¿Blanco o amarillo?
-No importa.  Amarillo.  Y  triplesec.
-¿Que?
-Licor de naranja.
-Tampoco hay.
-Entonces esto. Aperitivo de vodka con sabor a naranja.   Es lo único remotamente parecido. Y sal
-Sal si tengo en la casa.

La noche avanza y las parejas bailan al son de canciones de música tropical de la década pasada. Tal vez anteriores aun.  La mujer de grandes senos se cuelga del cuello de Martín, tratando de llevar el compás después de su sexto o séptimo margarita, la mitad del ultimo derramada sobre su escote generoso.  La amiga que trajo para presentarme ya ha cejado en sus intentos de arrastrarme a la improvisada pista de baile después de un par de pisotones involuntarios
-Disculpe usted. Nunca aprendí a bailar y mi sentido del ritmo es bastante limitado
Y ahora baila mejilla con mejilla con el auxiliar de facturación.  La concurrencia, animada, llena de exclamaciones festivas el ambiente.
-No me vayas a decir, hermanito, que ya te vas.
-Si, la verdad es que ya me siento bastante cansado y quisiera irme a dormir.
-Pero ¿En que te vas a ir?
-Si me presta el teléfono para pedir un taxi
-Que pena, pero estoy sin linea.  Olvidé pagar la factura.
-Ya lo tomare en la calle entonces.
-No te lo recomiendo, que este sector es bastante solo a esta hora y taxis no pasan.  mas bien ven y te acomodo allá en el cuarto del fondo, y duermes tranquilo y te vas por la mañana.
Vértigo magnético.  Carboncillo sobre papel. 2010

El cuarto esta destinado a almacenar los trastos de la casa.  Una ventana enrejada diminuta en la parte alta de la pared deja ver el negro de la noche y el resplandor lejano de un farol del alumbrado publico. Un colchón que se desenrolla y se extiende en el suelo. Una sabana y una manta de la gaveta de un viejo mueble.  Hace mucho calor como para utilizar la manta.   Es inútil tratar de conciliar el sueño.   Hace mucho calor como para dormir vestido. En la sala, el jolgorio de la fiesta persiste por un par de horas tal vez.  Luego decae gradualmente. Luego el silencio. Entonces, su silueta en la puerta.  La luz débil de la ventana revela que esta vestido únicamente con unos pantalones cortos de deporte.  .

-Hermano, que pena incomodarlo, pero la gente se apoderó de los cuartos y hay un montón de borrachos durmiendo ahí.  Va a tocar que me haga un rincón para echarme un sueñito.
-Por supuesto

En la penumbra incierta, sus ojos cerrados.   Su  respiración leve arroja al aire vaharadas de alcohol.  Su rodilla se toca con la mía y permanece allí.  Parece dormir.  Parece estar despierto con los ojos cerrados.
Estiro los dedos un poco.  Alguna clase de corriente eléctrica parece sentirse entre las puntas de mis dedos y su muslo, sin tocarlo.  Un poco mas y la tibieza de su piel. No parece sobresaltarse, sin embargo.  La redondez de sus muslos voluminosos, sembrados de vello, se continua con la curva perfecta de su trasero.   Entonces de algún modo, sin saber como, en un movimiento rápidamente imperceptible, su boca sobre la mia.  Su lengua hurgando mi garganta. Sus manos amasando mi cuerpo.  Fuerte. Dolorosamente incluso. Sus dientes lacerando mis pezones.  Su boca devorando mi sexo.  Precipitado. Ansiosamente.  El roce de las áreas sensitivas con la superficie de sus molares no es muy placentera, sin embargo.  Su voz ininteligible en mi oído.  Entiendo lo que quiere. Lo que necesita.  Mi cuerpo entre sus piernas muy abiertas. Una embestida y dos, y la resistencia se vence y sus ojos muy abiertos brillan discerniblemente en la penumbra.  Su gesto, siempre tan cuidado se contrae en una mueca irreconocible. Su mandíbula oscila espásticamente sobre su eje horizontal. Su respiracion acelerada expande su pecho ostensiblemente. Alguien podría oírnos.  Acerco mi rostro al suyo, inútilmente,  para acallar el rugido que sube de su boca muy abierta. Solo una palabra.  Mas. Mas de nuevo. Mas rápido. Mas fuerte. Mas tiempo. ¿Cuanto tiempo? El tiempo avanza sin referencia.  Un giro seco de sus fuertes brazos y se encuentra encima, empalándose a si mismo en un ritmo cada vez mas vertiginoso.  Una descarga tibia cruza mi pecho, Cruza mi cara. Mas alla, incluso. Tal vez la almohada. Tal vez la pared.  Su respiracion vuelve a su ritmo, lentamente, mientras su cuerpo se relaja y pronto duerme pesadamente.  La pequeña ventana anuncia la primera luz del día y busco mi ropa en el rincón.


La rutina de la nueva semana se instala pronto, como es usual.  Pasa como siempre, por los pasillos saludando a todos con excesiva familiaridad,  sin darse cuenta de mi presencia.  La intimidad pasada entre nuestros cuerpos me ha hecho completamente invisible a sus ojos. Translúcido.

En el altavoz algo similar a una voz humana, desgarrada por la estática, parece informar que se requiere mi presencia en la dirección.
-La aseguradora ha rechazado de nuevo su afiliación a los servicios de salud.  Mencionan algo sobre una preexistencia.
-Bueno, si. estuve un poco enfermo hace algunos meses, pero yo ya les he llevado los soportes que me pidieron.
-El caso es que si no tiene una afiliación vigente no podemos renovar su contrato.  Eso podría exponer a la empresa a consecuencias legales negativas.
-Entiendo.  ¿Y que mas puedo hacer, entonces?
-Supongo que tendría que comunicarse con su aseguradora original, alla en su ciudad para que gestionen el translado.
-Ya los he llamado y no ha sido posible.
-Entonces tendría que ir personalmente.  





"Ser seco, recto, ausente, amoral, 
si no me acordase del terror que te di. 
Todo eso me haría feliz 
tonterías me harían feliz 
Pero nada me hará tan feliz como dos margaritas"
Dos margaritas.  Os Paralamas do Sucesso
Severino. 1994. EMI




"¿Como saber
quien eres?
¿Como saber?
Si eres como el miedo
y a la vez la calma,
el ruido de un trueno,
la luz de la mañana.
Tienes en un beso
veneno y savia,
y entre mas me muero
mas viva está mi alma"
Veneno y savia.  Margarita Rosa de Francisco
Margarita Rosa. 1997, Sonolux


"Déjame
que yo no tengo la culpa de verte caer,
que yo no tengo la culpa de ver que
entre dos tierras estas
y no dejas aire
que respirar"
Entre dos tierras. Héroes del Silencio
Senderos de traición. 1990. EMI

sábado, 29 de marzo de 2014

Abyssus abyssum vocat in voce

"Te he robado a ti, mientras jugabas, dulce Juvencio,
un pequeño beso, mas dulce que la ambrosía más dulce.
Pero esto no impune lo he llevado, pues hace más de una hora
que clavado en lo alto de una cruz yo, recuerdo, estoy,
mientras ante ti me purgo, y no puedo con llanto ninguno
un poco de vuestra crueldad sustraer.
Pues una vez que esto ocurrió, con muchas gotas de agua lavaste
tus labios y los enjugaste con todos tus dedos,
para que nada contraído de mi boca te quedara,
como de la sucia saliva de una ramera contaminada."
Poema 99.  Gayo Valerio Cátulo. ca. 60 A:C: 
Don Brown.  Lon of New York.  1940



Pancraciastas.  Escultura en mármol.  Grecia. Siglo III A.C.


-Bueno, creo que eso seria todo por ahora. Los demás documentos me los puede traer en el transcurso de la semana.  Entonces me dice que está en disponibilidad de empezar desde ya?
-Si señora.
-Bueno, entonces lo primero es que conozca la gente y las instalaciones.  Vamos.
-Le agradezco mucho la oportunidad
Sala de espera abarrotada.  Ventilador de pared que zumba irregularmente mientras va girando de izquierda a derecha. De derecha a izquierda.  Rumor de conversaciones.  Dibujos geométricos sobre el piso de cerámica que retumba a cada paso de sus tacones de aguja.  
-Doctor L. que pena interrumpirle la consulta.  Venga, hágame un favor.  Este es el nuevo médico. por favor le muestra todo y lo pone al corriente del manejo del software y todo eso.  Lo dejo en buenas manos.  revise todo muy bien y yo aviso en recepción para que le abran agenda empezando mañana.   Antes de empezar pasa a mi oficina para formar el contrato.
-Mucho gusto.  Martín.

Martín sonríe ampliamente mostrando la mayor parte de sus dientes blancos y uniformes, contrayendo un poco los párpado.  Da la mano apretando con firmeza y mira muy fijamente, con sus ojos grandes y luminosos enmarcados por gruesas pestañas. Parece perpetuamente de un humor excelente y acentúa todas sus frases con expresiones faciales marcadas, un poco teatrales tal vez, y amplios gestos con las manos.

-Y esto es odontología. Mira, te presento a mi novia.   Amorcito, ven y conoces a nuestro nuevo compañero.
Una mujer bonita, inclinada sobre la boca abierta de un señor. El sonido punzante de un aparato metálico que gira a miles de revoluciones por minuto.
-Váyame alistando el ionomero.  No, ese no. El otro.
Se incorpora despacio.Se acerca quitándose los guantes de látex.  El corpiño parece a duras penas contener la masa voluminosa de sus senos que se estremece con una onda casi imperceptible, a cada paso, dando la impresión de querer desbordarse sobre el margen de su escote.   Extiende su mano blanquísima y suave.
-Encantada.  Por aquí a la orden para lo que necesite.

Todos conocen a Martín y todos son sus amigos.  Pasa repartiendo besos y palmaditas por todos los pasillos

-Y esta es la cocina. Aquí tomamos el café.  ¿Como te gusta?  supongo que cargado y caliente
-Si, gracias
-Con dos?
-No gracias.  Sin azúcar para mi.

Cada dia, su sonrisa amplia y sus curiosos apretones de manos en varias etapas como una suerte de saludo secreto.  El café en la cocina y la conversacion.  Trivialidades.  Detalles intimos de su relación con la mujer de senos grandes. Chistes obscenos.  Dobles sentidos. Detalles intimos de sus relaciones con otras mujeres. La música. El clima y el deporte.

-Tienes buena estructura.  Espalda ancha.  Eres alto.  Nada mas que estas muy flaco.   Deberías entrenar
-Es porque estuve un poco enfermo recientemente.  La verdad nunca he ido a un gimnasio
-Hay uno cerca por aquí.  Yo voy temprano en la mañana.  Podríamos ir juntos y yo te explico la rutina.



Laberinto de espejos. Lápiz blando sobre papel. 2011


Cada mañana, el gimnasio y cada mañana sus atroces paredes teseladas de espejos enormes que se multiplican monstruosamente los unos a los otros. Cada noche un poco de dolor.  Cada mañana, sin embargo, las duchas.  Se desnuda descuidadamente, dejando caer sus prendas aquí y allá.  Largos minutos bajo el agua, mientras el agua acaricia su cuerpo.  Se seca despacio, con cuidado desliza su toalla blanca, apoya su pie sobre el banco y cada gota de agua sobre su cuerpo desnudo refleja el resplandor del tubo fluorescente en el techo, corriendo sobre sus hombros redondos. sobre el contorno de su dorso.  Sobre los hoyuelos de su articulación sacroiliaca, sobre los remolinos leves de los vellos de sus espalda baja.  Sobre la curva logarítmica de sus glúteos.   Cada dia un poco mas de fuerza en mis miembros.  Un poco mas del peso perdido.  Un poco mas de la energía faltante. Y con el regreso de la energía vital, el regreso del hambre.    Algunas veces, junto el valor suficiente para acercarme subrepticiamente a su ropa interior descartada sobre el banco.  El olor es fuerte y abrumador pero indefinible.  Sudor obviamente.  Un dejo de orina, quizás.  El cuerpo principal del olor se escapa a la descripción.  Tierra mojada, tal vez.  Animal.  Profundamente punzante

Paisaje de cristal con beso. Acrílico sobre cartón. Collage. 2008


Y luego, sus juegos usuales.  Los latigazos con la toalla mojada.  El salpicar del agua del lavabo mientras me seco.  Un pellizco tímido tal vez.  Entonces varios.  Una punzada de sus dedos en mi costado.  Un chillido involuntario y absurdo.
-No sabia que tenias cosquillas
Risa descontrolada
-Pues ya lo sabes.  Y ya para
Corrientes eléctricas por el cuerpo
-Parar que?
Lágrimas en los ojos
-Eso.  No.
El diafragma se contrae espásticamente
-No, que?
No nos hemos vestido todavía
-No, por favor.  Es una tortura

Busco sus manos,  que se escapan y se resisten a ser inmovilizadas.  Su rostro tan cerca.  Entonces, el contacto.  Por un segundo su boca se abre un poco y se siente el calor húmedo de la parte interna de su labios.  El sabor a sal de su saliva. una exhalación del aire caliente de su respiración.  un latido de su corazón contra mi pecho.  un contraerse leve de las yemas de sus dedos sobre mis costillas. La ondulación mínima de la punta de su lengua.   Luego, la ruptura. Un empujón seco contra ambos hombros. La sangre agolpándose en el rubor del rostro.  Una exclamación.  Una blasfemia.  El palpitar del corazón retumbando en los oídos.  Una maldición. El crujido de mi mandíbula contra sus nudillos. La oscuridad en los ojos. De algún modo, el crujido de su pómulo contra los mios.  El sabor a hierro de la sangre.



"El agua cae por su espina
acariciando su fuerte físico, oh, tan bien definido.
Calmado como una roca, el se mantiene así.
Oh, admira su cuerpo y alma.
Un dios amistoso debió haber construido en este hombre
a un todo, en su totalidad bien balanceado.

Un antiguo fantasma despertó y forzosamente se apoderó de mi.
Era ese viejo, salvaje, pero casi olvidado ideal
de perfecta neutralidad.

De alguna forma envidio a este hombre naturalmente hermoso.
El nunca sabrá o se enfrentara al odio y la vergüenza que yo poseo,
la duda, el pretexto del disgusto y todo el miedo devorador.
Y si yo le dijera sobre eso puede que el solo agite su cabeza,
con generosa diversión, risa melódica
el entonces, tal vez podría simplemente sonreirme
a mi, oh tan estúpida tontería
y a la bestia furiosa dentro de mi"

2007.  Apocalyptic Vision