viernes, 27 de enero de 2012

Primum nocere

"Todos estos señores estaban dentro,
cuando ella entró completamente desnuda.
Ellos habían bebido y comenzaron a escupirla.
Ella no entendía nada, recién salía del rio,
era una sirena que se había extraviado.
Los insultos corrían sobre su carne lisa,
la inmundicia cubrió sus pechos de oro.
Ella no sabía llorar,por eso no lloraba.
No sabía vestirse, por eso no se vestía.
La tatuaron con cigarrillos y con corchos quemados
y reían hasta caer al suelo de la taberna."

Fábula de la sirena y los borrachos. Pablo Neruda. Estravagario. 1958

El jardín de las delicias terrenales. Panel derecho (detalle) - Cerberus
Hieronymus Bosch.  1480-90


"-Ya no tenemos más sorpresas
-Siempre hemos estado aquí
-Pero por favor, siéntete libre de explorar. Tenemos la eternidad para conocer tu carne"
Fotograma de Barbie Wilde como La Cenobita. Hellraiser II. 1988. Tony Randel. 


Los días en la casona vacía se suceden indistinguibles y pesados.  El día después del año nuevo, la portera me ha entregado un paquete.  No sabe quien lo trajo.  Un par de calcetines nuevos. Un billete de baja denominación, enrollado en un cilindro apretado.  Algunas naranjas. Un tamal de maíz con el olor de la cocina de la Madre, envuelto en su hoja de plátano ciudadosamente doblada en un rectángulo, como ella lo acostumbra.   No hay ninguna nota, sin embargo.  Pero estuvo aquí. Tal vez vuelva. Tal vez la pueda ver en otra ocasión.  Después de lo que parece una eternidad, las vacaciones han terminado y poco a poco la casa se llena con el bullicio de sus habitantes habituales.  Al cabo de algunas semanas, uno de mis compañeros de cuarto me ha invitado a pasar el fin  de semana en su casa, en la ciudad del este, al otro lado de la cordillera.  Le digo que no tengo dinero suficiente para el viaje. me dice que no es necesario, que él acostumbra ir a la carretera a las afueras de la ciudad y que allí le pide a los camiones que lo lleven gratis.  Que hay que tener paciencia, pero más tarde o más temprano, alguien nos llevará.   Antes del amanecer hemos caminado hasta el punto indicado.  Al cabo de algunas horas, un camión nos ha dejado subir al compartimento de carga.  Venía a la ciudad a dejar un cargamento de reses para ser sacrificadas en el matadero, y ya vacío regresa a su lugar de origen.  En el suelo, aún fresca, la boñiga de las vacas y en el aire el olor de su miedo.  Traqueteando, el camión remonta la empinada montaña bordeando cien precipicios.  Tras la espesa niebla, las altas siluetas de las palmas de cera rigurosamente verticales.  Descenso. Río. Calor. Ciudad. Una casa pobre. Hermanos pequeños. Comida caliente. Manifestaciones de afecto entre otra gente. 

Noche de torso yacente.  Carboncillo y lápices blandos. 2008

Hay que regresar al día siguiente.  De nuevo, en la parada de camiones, pedir un aventón.  Pasan las horas. Nadie se detiene.  Al caer la noche, un auto plateado.  Hombre de mediana edad.  Acuerda llevar sólo a uno.  Se ha decidido que vaya yo, él podrá regresar a casa de su familia si nadie lo recoge más tarde. El automóvil huele a caucho y tapicería nueva.  Charla trivial sobre el clima, sobre mi vida y sobre la suya. Sin avisar, se desabrocha los pantalones y me muestra su sexo.  Ante mi expresión de desconcierto, me explica que debo chuparlo, porque es el valor de mi pasaje.  El viaje no es gratis. No hay nada gratis en la vida.  La única alternativa es quedar varado en medio de la noche en la cumbre helada de la cordillera.  Largo ascenso por la ladera de la montaña, y largo descenso, con su masculinidad en el fondo de mi garganta y la palanca de cambios del auto encajada en mi costilla. Sin embargo, no llega al orgasmo.  Nos acercamos a las luces de la ciudad. Me ha dicho que basta. Me he disculpado por no saber hacerlo bien.  Le explico que sólo lo he hecho una vez antes.  Dice que estuvo bien, pero que generalmente una mamada no es suficiente para él.  Que en otra ocasión intentaremos otra cosa. Que por lo pronto me llevará a donde vivo.  Le he dado las indicaciones, y me ha dejado en la puerta de la casa.  Algunos días después, de nuevo su auto en la entrada, esperándome cuando regreso de las clases de la tarde.  Dice que iremos a su casa, a divertirnos un poco.  Le digo que prefiero no ir.  Contesta que sabe que lugar és este. Que conoce al Cura y que si le cuenta lo que hice en su auto, me echará de allí sin duda.  Entro a su auto.  Un condominio campestre, por fuera del perímetro urbano. Una casa de madera imitación de chalet suizo. Ha dejado el auto en la entrada. Hemos entrado al garage. Cajas polvorientas. Estantes con herramientas. Una mesa.  Un par de hombres fuman, sentados en un viejo sofá.  Son unos amigos suyos, dice, no debo preocuparme.  Beben ron directamente de la botella. Me ofrecen un trago. Lo rechazo. Me indican que es más conveniente para mis intereses que haga lo que se me ordena.  Lo bebo y quema.  Otro más.  Debo desnudarme ahora.  Quieren verme.  Si coopero, terminaremos más rápido. Ha traído un corpiño de encaje.  Con fuerza, apreta los lazos de la espalda.  Es difícil respirar.  Ríen animadamente.  Sostiene mis brazos y alguien los ata con una cuerda, pasando el extremo libre por un gancho del techo del que me suspenden.  Dolor agudo.  De alguna parte han sacado una fusta de equitación.  Un grito. Dicen que es mejor que calle. Que mientras haga más ruido me lastimarán más. Un golpe y otro, a intervalos irregulares. Me muerdo los labios para no gritar.  Al cabo de algunos minutos, me bajan y depositan sobre la mesa boca abajo.  Alguien ha tomado la botella de ron y me introduce su cuello.  El reborde metálico suelto de su tapa me lacera.  Algo caliente corre por mi pierna. ¿Sangre? Alguien se acerca por detrás y lo lame. Luego se incorpora y me penetra.  Risas. Imprecaciones.  Se retira.  Me dan vuelta. Alguien más se acerca a penetrarme. Desprecio y lujuria en su expresión. Me escupe al rostro.  Finalmente, el hombre del auto.  Me penetra con fuerza por largos minutos.  Algo le falta. Depronto, un cigarrillo que se apaga sobre mi pecho.  No puedo evitar gritar. Un puñetazo directo a la nariz.  Su orgasmo sobreviene con ruidosos espasmos.  Me han dejado caer al suelo. Algo caliente.  Alguien orina sobre mí.  Me ha permitido usar la ducha y lavarme. Me ha llevado de nuevo a casa.  Hemos pasado un buen rato contigo. Si no dices nada, no diremos nada tampoco.

"Voy a lo largo del vallado
y de nuevo siento esa sed:
Debo destruir,
pero sólo si no me pertenece.
Tomaré lo que es tuyo
y lo aniquilaré.
Aserrar, descuartizar,
sin preguntar, hacer pedazos,
y la máxima disciplina:
arrancar la cabecita de una muñeca.
Herir, desgarrar, desintegrar.
Destruir"
Zerstören. Rammstein
Rosenrot.  Universal Music. 2008

10 comentarios:

  1. Bueno, veo como esa distancia narrativa de la que te hablaba va que ni pintada con la postura del protagonista: una especie de distanciamiento emocional.

    Pero esas son apreciaciones más de las tripas del relato. Lo que se ve tiene una pátina de amargura muy bien lograda y engancha, engancha mucho. Te animo a que continúes porque esta forma de narrar funciona, puede parecer árida, pero del laconismo sacas petróleo.

    Un abrazo de tu nuevo y atento seguidor.

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  2. Estimado Argax: Este distanciamiento siempre lo había visto como un defecto a combatir estilísticamente hablando, pero creo que tienes razón en tu interpretación, no lo había pensado así. Muchas gracias por tus palabras tan elogiosas, son un estímulo para continuar el proyecto. Un abrazo

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  3. El relato es escalofriante. Es terrible que haya gente que encuentre felicidad en hacer tanto daño a personas inocentes. Nunca me he atrevido a parar autos en la carretera precisamente por miedo a estas cosas. La narración y la ilustración me trajeron al recuerdo la flagelación de Cristo. Y me pareció muy interesante la descripción que diste del paisaje (Yo soy geógrafo y presto mucha atención a estas cosas). Me encanta y me seduce tu estilo literario. Saludos y un fuerte abrazo.

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  4. Estimado Roberto: Los seres vivos dañan a otros seres vivos por una variedad de motivos, alimentarse, protegerse a sí mismos, a sus crías, proteger su territorio, por el derecho a reproducirse, entre otros. pero sólo el ser humano daña a otros únicamente por el placer de contemplar su sufrimiento, lo cual es efectivamente, terrible si se lo piensa con detenimiento. Muchas gracias por tus comentarios positivos. un abrazo

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  5. Yace en la naturaleza humana la necesidad de ver, palpar y sentir el dolor ajeno.

    Un relato vibrante, más aún porque encontramos mucha probabilidad de que suceda en una realidad tangible.
    Tus palabras inducen a comprender las decisiones pero a la vez a aborrecer los actos...

    Increíble, o mejor dicho sublime; tus palabras conforman arte, en este caso con sufrimiento.
    Siempre es un placer leerte, y ver esa composición que es cada una de tus entradas, que como si de una instalación se tratara, comprende un cúmulo de expresiones.

    Un saludo enorme!!

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  6. Estimados Go y Bri: Igualmente es un placer recibir la visita de uds. Muchas gracias por la aguda introspección sobre este tópico, concuerdo con su punto de vista, en el sentido en que la naturaleza humana tiene una parte oscura que no es ajena a nadie, pero que algunos empujan mas allá de sus límites. Me llena de satisfacción que hayan encontrado bueno el post. Abrazos

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  7. Gracias por tu reseña sobre Eiko Ishioka, por tu comentario me he enterado de su muerte. Un abrazo.

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  8. Estimado Calamarín: Ojalá todos pudiesemos ser como ella, que el don de la vida que recibió lo devolvió al mundo en la forma de la belleza de sus creaciones. Un abrazo

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  9. Me ha encantado tu estilo de escritura tan descriptivo, macabro relato, a mí me produce cierta distancia estas prácticas, siento que pueden resultar placenteras, pero rozan demasiado el límite de la dignidad e integridad del otro (o seré muy mojigato), lo cierto es que, para que pudiese acceder tendría que nacer de mí, en este caso, fue forzado y eso lo tan crudo. Muchas gracias por pasar, te sigo. Cariños.

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  10. Estimado G-boy: Me alegra muchísimo que el estilo sea de tu agrado. la dignidad es una parte de la esencia del ser humano que no se puede quitar por la fuerza. se puede doblegar un cuerpo pero a la dignidad solo se puede renunciar voluntariamente, en el espíritu siempre se puede ser libre aunque las circunstancias sean adversas. un abrazo

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