viernes, 2 de marzo de 2012

Anima mundi

"Un bello niño de junco,
anchos hombros, fino talle,
piel de nocturna manzana,
boca triste y ojos grandes,
nervio de plata caliente,
ronda la desierta calle.
Sus zapatos de charol
rompen las dalias del aire,
con los dos ritmos que cantan
breves lutos celestiales.
En la ribera del mar
no hay palma que se le iguale,
ni emperador coronado,
ni lucero caminante.
Cuando la cabeza inclina
sobre su pecho de jaspe,
la noche busca llanuras
porque quiere arrodillarse"
San Gabriel (Sevilla).  Federico García Lorca. Romancero Gitano. 1924
La Anunciación. Fra Angélico. Circa 1432
Témpera sobre madera. Museo del Prado
  
La universidad ha habilitado una sala de ordenadores con acceso a internet para uso de los estudiantes. La red es para uso exclusivamente académico. El acceso a la misma está supervisado por el monitor del area. Está prohibido el acceso a material pornográfico, servicios de videojuegos y de cibercharla. La utilización indebida de los recursos informáticos hará al infractor acreedor de sanciones disciplinarias. Se accederá al servicio mediante cita previa. El tiempo máximo asignado será una hora por cita.

Desde su silla de ruedas, el monitor escudriña las cinco pantallas dispuestas en fila contra la pared del fondo. Levanta la vista y me mira con displicencia, a través de los gruesos cristales de sus gafas. Hay cupo disponible para el jueves a las cuatro. El abigarrado panorama de la red es un mosaico que combina lo trivial con lo profundo. Diez mil variaciones de cada verdad y sus correspondientes contrarios, con las refutaciones para ambos. La verborrea interminable de incontables psiques transtornadas y el compendio del conocimiento humano. El delirio de la mente colectiva. Mi atención pronto deriva a las listas de anuncios personales, que se ramifican geográficamente hasta encontrar la lista correspondiente a esta ciudad. La gente se ofrece y busca, amparada por el anonimato de la red. Algunos anuncios estimulan mi curiosidad. He escrito cartas a algunos de ellos. Algún tiempo después, una contestación. Envía una fotografía, que sonríe con despreocupación desde la pantalla retroiluminada. El hombre desea conocerme. Me ha citado en una esquina situada algunas calles hacia el sur. Dice que es la parada de su autobús, que llegará allí al caer la noche, y luego iremos a tomar café y conversar.
Extasis vegetal. Acrílico sobre cartón. 2008

He llegado algunos minutos anticipadamente. Los autobuses llegan y parten con regularidad. Los pasajeros descienden y suben. El firmamento se oscurece y las farolas se encienden. Más allá de la ciudad hay, seguramente, un esplendoroso cielo estrellado. Tras de mí, la vidriera iluminada de un almacén. La multitud que sale de los lugares de trabajo emprende el regreso a los hogares. La cortina metálica del almacén se cierra ruidosamente. Las vendedoras se despiden y parten. Solo queda el vigilante. Por el rabillo del ojo, le veo de pie bajo el resplandor del anuncio luminoso de la entrada. Alto y fornido. Mandíbula cuadrada. Sombra de barba. Su apellido bordado en el gafete sobre la pechera de su camisa. Corbata preanudada. Escopeta colgada al hombro con una correa. La linea oscura del lateral de su pantalón dibuja el perfecto contorno de sus muslos. El atasco de tránsito de la hora pico cede paulatinamente. Apenas algunos autos pasan ahora. El viento del oeste despeina las frondas de las palmeras. La noche avanza. Un pequeño radio que cuelga de la reja de hierro forjado zumba con el sonido de la música popular. El vigilante se empina ligeramente sobre las puntas de los piés a intervalos regulares. Con las puntas de los dedos de sus manos enormes tamborilea sobre la culata del arma. Imagino su caligrafía, de letras pequeñitas, trazos irregulares y ortografía abominable. Entonces se acerca. Huele a animal en celo y cigarrillo mentolado. Quiere saber que hago aquí y porque permanezco en este lugar hace tanto tiempo. Le digo que espero a un amigo y que tarda en llegar. Me pregunta a qué hora ha quedado en llegar. Le respondo y me dice que no cree que llegue ya. No me importa esperar un poco más. Hace un poco de conversación trivial acerca de los últimos resultados del fútbol. No estoy enterado. El paso de un balón a través de un arco es, a pesar de parecer a simple vista un acto completamente innocuo, un poderoso catalizador de las recciones emocionales de las masas, por motivos que se me escapan (Ya no se decapita a los perdedores). 

Se retira el quepis y se frota el cabello cortado al rape. Anuncia que tiene ganas de orinar. Se aleja unos pasos hacia abajo, por la pendiente de la calle lateral. Orina contra un arbusto de la jardinera. Entonces, se da vuelta, me mira fijo y con un gesto me indica que me acerque. No puedo evitar obedecer. Estar de rodillas ante él tiene una sensación vagamente mística. Borrosamente religiosa. Algo parecido a hincarse ante los íconos del altar familiar, allá en la infancia. Mi boca se abre y recibe su sexo cálido que poco a poco gana en consistencia hasta alcanzar dureza de roca. El prepucio se retrae repentinamente. De pie, perfectamente inmóvil, no emite ruido alguno. La escopeta pende inerte, a su costado. El pequeño arbusto se sacude levemente con el viento. Mis movimientos me acercan cada vez mas a él, alojando su carne cada vez mas profundo dentro de mi garganta. La conexión es abrumadora. Como tocar el pulso de la vida misma y la naturaleza de todas las cosas. Compruebo que el pasaje de la via aérea ha quedado del todo obstruído y no puedo respirar en absoluto, sin embargo continúo. Los músculos de la garganta se contraen en un espasmo reflejo. Emite entonces un pequeño gruñido, casi inaudible. Su carne palpita con fuertes contracciones, disparando su semilla. El orgasmo es como una pequeña muerte, y aunque es su orgasmo, es ante mis ojos que pasa su vida en un destello. El laberinto verde y sofocante de la selva. El suelo traicionero que explota a veces bajo los pies de los desafortunados, la lluvia mortífera de los artefactos explosivos improvisados. Las noches bajo el fuego de artillería. El fantasma de la malaria. La tortura del hambre. Los sucedáneos de comida en los sachets de las raciones de campaña. Entonces se retira y vuelvo a la realidad. El frío de la noche me muestra que mis mejillas están cubiertas de lágrimas que aún ruedan silenciosamente. A lo lejos, el sonido de un auto que se aleja por la avenida. Sonríe y sube su cremallera despacio.
-Si hubiéramos tenido uno como usted allá en la selva, no habría tenido que salirme del ejército.
"La locura
es tan sólo un puente estrecho.
Sus orillas son el instinto y la razón.
Yo subo hacia ti
La luz del sol confunde el espíritu,
como un nino ciego que avanza arrastrándose
porque olfatea a su madre.
Te encuentro,
La huella es fresca y en el puente
gotea el sudor, tu sangre caliente.
No te veo,
sólo te huelo, te siento,
como una fiera que grita hambrienta
te percibo desde muy lejos.
Hueles tan bien"
Du riechst so gut.  Rammstein.
Herzeleid. 1995. Motor-UMG

7 comentarios:

  1. O.O ¿Entonces, era un guerrillero?. ¡Qué fuerte!, jajaja. Pensé todo el tiempo que era un vigilante de seguridad. Bueno, las historias con final feliz siempre dejan un buen sabor de boca, jajaja. Me llamó la atención cómo pudo el protagonista burlar la vigilancia de la sala de ordenadores y acceder a contenidos prohibidos. Yo he pasado por esa experiencia, pero no voy a revelar en público qué "estrategia" usaba yo para acceder a "material prohibido", en medio de la sala y con cámaras de vigilancia, para que nadie vaya a hacer lo mismo, jajaja. El poema de Lorca es bellísimo, y al igual que tu ilustración selvática, felicidades. Besos y un fuerte abrazo.

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    1. Estimado Roberto: en primer lugar disculpa por el retraso en responder el comentario. Este fin de semana fui objeto de un ataque (que no víctima porque rehuso a aplicarme ese calificativo) asi que tengo la mano derecha enyesada y estoy recuperándome de una contusión cerebral leve. Haré lo posible por publicar algo más estos días, pero me cuesta bastante escribir con la izquierda. Deberías patentar tu técnica para burlar la vigilancia, y cobrar derechos de autor, segurito que hay bastantes que te la comprarian, jejeje. Me alegra mucho que te haya gustado la ilustración, tuve muchos problemas con esta ilustración particular y estuve a punto de descartarla varias veces pero creo que al final no quedó mal. El hombre en cuestion no era un ex-guerrillero sino un ex-soldado de una unidad antiguerrilla. Muchas gracias por tu visita, un abrazo

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  2. Perdón, acabo de leerlo otra vez, y ahora entiendo que era un ex-guerrillero, ¿no?, jajaja. Besos.

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  3. Para mí que todo había sido una trampa del vigilante no?

    Un saludo.

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    1. Estimado Argax: la purita verdad jamás se me había pasado por la mente esa idea antes, pero ahora que lo mencionas, tiene mucha lógica y bien hubiera podido ser así. Me siento perplejo retroactivamente. Agradezco mucho tu visita. Un abrazo

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  4. Muy bueno como siempre :) también pensé que era un vigilante de seguridad jaja. Por cierto queriamos decirte que muchas felicidades porque has sido uno de los ganadores de nuestro Top 5!! Un saludín. http://porfingobri.blogspot.com/2012/03/top-5.html

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    1. me alegro mucho que les haya gustado. muchisimas gracias por el honor tan inmerecido de ser incluido en el top de sus preferencias. abrazos

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