miércoles, 27 de noviembre de 2013

In questo popoloso deserto

"Camino cegado contra un sol poniente.
Sobre mi cabeza, una tupida red de araña recorta el cielo.
Cables, postes, miles de ramas de árboles negros
y sus sombras…y sus sombras…
Sus sombras rotas. Sus sombras rotas"
De donde no se vuelve.  Alberto García-Alix.  2008

"El universo (que otros llaman la Biblioteca) se compone de un número indefinido, y tal vez infinito, de galerías hexagonales, con vastos pozos de ventilación en el medio, cercados por barandas bajísimas. Desde cualquier hexágono se ven los pisos inferiores y superiores: interminablemente."
La biblioteca de Babel.  Jorge Luis Borges. El jardín de senderos que se bifurcan.  1941

Metrópolis.  Fritz Lang.  1927. Universum Film A.G.

-Dicen que están despachando convoyes para que los que tienen gente desaparecida vayan a buscarlos a los hospitales
-¿A donde?
-No se.  A  todas partes.  Mandaron heridos a todas partes supongo
-¿Y que con eso?
-Yo quiero ir
-Si no tenemos a nadie que ir a buscar...
-Pero es gratis.  Podría ir a alguna ciudad grande y Buscar trabajo.  No voy a encontrar nada aquí.
-¿Que necesidad tiene de hacer eso?
-No creo que pueda quedarme mucho mas. El marido de ella ya no nos aguanta. Se le nota. Se le ve en la cara.  A usted la necesitan para ayudar con la bebé, que sabe de eso,  pero yo hago estorbo nada mas
-¿Y donde se va a quedar?
-No se.  Con conocidos.
-Si usted no conoce a nadie por esos sitios.
-Tengo algunos conocidos
-No conoce a nadie
-Bueno, no conozco a nadie pero ya me arreglaré.

Ha comprendido al fin que los ruegos no sirven de nada.  Me ha ayudado a empacar lo poco que puede empacarse.  Me ha hecho prometerle que la llamaré todos los días a las doce en punto al teléfono del tendero.  Me ha puesto en el bolsillo el numero, anotado en un trocito de papel, a grandes trazos.

La Madre se ha quedado del otro lado de la valla, diciendo adiós con la mano, con los ojos enrojecidos y las mejillas húmedas de lágrimas. Jamás se le vio llorar así, excepto por entonces.  El camión de transporte de tropa solo tiene dos largos butacones a lo largo de su eje longitudinal, donde los pasajeros van espalda con espalda.  Los asientos no son suficientes, sin embargo. Solo queda un espacio para estar de pie junto a la reja trasera.

-Si, perfectamente.  He llegado bien.   Y ya he cenado tambien.   Con el viaje ningún problema, todo de maravilla. El camión estuvo bien, es mas cómodo de lo que parece.   Ya tengo vistas varias ofertas.  Seguro que va a resultar algo pronto.

La estación del metro vomita un río constante de gente que se dispersa por los puentes y las aceras mientras absorbe otro río igual. los vórtices de gente giran por los amplios corredores acristalados de los centros comerciales. La marea de gente cubre las aceras y desborda los puentes peatonales.  se precipita por las puertas de la estación haciendo crujir las registradoras metálicas.  satura el aire con vibraciones de colmena enfurecida.   Se desborda por las puertas abiertas de los vagones.   Por la ventana del tren en movimiento,  pasan los cerros cubiertos de un mar de ladrillo.  Los patios traseros de las chabolas, donde la ropa se tiende a secar al sol.  El río que no es un río sino una acequia gigantesca de concreto, con agua que no es agua sino vertimientos industriales. De las aberturas sobre sus taludes de aristas afiladas, los indigentes emergen como iguanas calentándose bajo el resplandor incierto del sol.  Muchas veces E prometió traerme a este mismo lugar, a ver el espectáculo de luces que celebra cada año el solsticio invernal.  En sus fotos, el río no era una cloaca a cielo abierto, sino un paisaje mágico, delineado en cientos de kilómetros de cables iluminados y millones de bombillas eléctricas de colores. Entonces su ausencia me golpea de pronto, como una bofetada.  El estomago se encoge.  Falta aire y apenas me puedo sostener de la barra metálica.   Es difícil comprender como puede sentirse aun tan gigantesca su ausencia si fue tan poco el tiempo que le tuve.  En algún lugar de esta ciudad esta tal vez su  tumba, cubierta de césped verde y una plaquita de mármol. Tal vez en una urna sobre el anaquel de un cenizario.  Tal vez esparcido en algún lugar que le fue significativo.  En el altavoz, anuncian la siguiente estación, con su correspondiente traducción al ingles en un denso acento vernáculo.

-Buenos días.  ¿Es la oficina de recursos humanos?
-Si, dígame.
-Escuché que están contratando médicos. Es para dejar mi currículum.
-Si, claro. Nosotros lo estamos llamando
-Si, bueno.  No quisiera molestar, pero quisiera saber si hay alguna posibilidad real de que me llamen.  Es que es mi ultimo currículum y de momento no puedo sacar mas.
-La verdad nosotros no contratamos el personal directamente.  Hay una cooperativa que nos hace la intermediación. Tendría que ir directamente con ellos.  Un momento, le busco la dirección.

La ciudad se consume con un incendio invisible que deja caer sobre las cabezas de todos una lluvia de ceniza igualmente invisible, que va cubriendo la piel de una fina película de hollín. la ciudad gira lentamente sobre si misma. Alrededor de los ejes atroces de sus disonancias.

Antiprismoide truncado y ausencia.  Acrilico. Collage.  2011

Las calles se repiten a si mismas una tras otra, flanqueadas de puestos de baratijas, indistinguibles entre si..  En todos los semáforos las mismas manos ofrecen las mismas mercancías a las mismas ventanillas.  La gran catedral exhibe sus ladrillos cocidos carcomidos por cientos de cuchillos. A la sombra de todos los edificios los adictos duermen sus sueños de base de coca, y todas las aceras se manchan con sus excrementos.  A la vuelta de todas las esquinas, idénticos pordioseros piden monedas.

-¿Cuanto por un cuarto?
-Son veinticinco por la noche
-No me alcanza.  Muchas gracias.
-O diez por el rato
-¿Y cuanto es el rato?
-Hasta tres horas

Habitación pequeña.  Planta semicircular. Plataforma de concreto, coronada por un colchón que le da forma de cama.  fachada convexa hacia la calle. Ventanal con vista a un edificio. Enorme. Absurdo. Franjeado de negro y blanco. Castillo de hadas de pretensiones neogóticas varado en el centro de la ciudad.   Ducha eléctrica. Cabezal de plástico enmohecido.  Oxidado interruptor de cuchilla.  Sorprendentemente, agua tibia. Caricia de mil dedos de agua sobre el cuerpo. Minúscula pastilla de jabón en empaque individual. Peso neto 10g. Evitese el contacto con los ojos.  Pequeña toalla de bordes deshilacha dos. Algodón 94%. Poliéster 6%.  Lavar a mano con agua tibia.  No utilice blanqueador.  Manta rasposa.  Incesantes bocinas de los automóviles. Párpados pesados.  Como siempre, oscuridad perfecta. Perfecto vacío.   Entonces,  tal vez una hendidura. Una grieta en la negrura permanente del dormir sin sueño. El presentimiento de una luz maravillosa al otro lado de la grieta. Un mar. Tal vez un mar.  También lo has escuchado? Jamas estuvimos tan cerca.  Casi podría tocarse el nervio del sueño. De pronto, el timbre desgarrador del telefonillo.  Alo. Tres horas ya? si, en un momento.

En la tarjetita de cartulina,  la dirección indicada.  La nomenclatura de las calles aumenta de norte a sur y de este a oeste. Por tanto, el lugar ha de quedar en algún punto en dirección oeste sur oeste.  Caminar a través de la noche.  Hacia el silencio. La avenida de carriles incontables se pliega sobre si misma en espirales inverosímiles.   Bajo los puentes, un sembrado de piedras puntiagudas para que no duerman allí los vagos.  Los edificios de apartamentos cubren las colinas como tallos de hierba que no se mecen con la brisa.  Ceden su espacio a las bodegas industriales de enorme perfil rectangular, todas idénticas entre si.  Tal vez que me he pasado algunos kilómetros.  Hay que regresar.  Desde el este, el resplandor tímido del sol que se acerca mancha la uniformidad negra del firmamento. Ningún silencio es posible en el área metropolitana del valle de las lágrimas.


"Todo el espanto de la ciudad 
viste de rojo en la oscuridad;
 gritan las luces sobre la calle
 gime el asfalto su mala sangre.
Ciudad cansada
de abrir las piernas.
Mujer herida,
noche violenta"
Ciudad oscura.  Silvina Tabbush
Pasen y vean. 2001.  Rovi Music-AMG




"El durmió un verano a mi lado
y lleno mis días de maravillas infinitas.
Se llevó mi niñez a su paso,
pero cuando el otoño llegó, 
el ya se había ido
y yo aun sueño que volverá a mi"
I dreamed a dream.  Anne Hathaway. Les miserables. 2012



"y ahora que la evoco
hundido en mi quebranto,
las lágrimas trenzadas
se niegan a brotar,
y no tengo el consuelo
de poder llorar.
¿Porqué sus alas tan cruel quemó la vida?
¿porqué esta mueca siniestra de la suerte?
Quise abrigarla y más pudo la muerte,
¡Cómo me duele y se ahonda mi herida!"
Sus ojos se cerraron. Chavela Vargas.  Macorina. 2004. Warner
Carlos Gardel-Alfredo Le Pera. 1935





6 comentarios:

  1. Wow, vaya historia. El protagonista parece deambular por un inmenso escenario urbano, que pudiera semejar una selva de hormigón, lleno de sombras, misterios y peligros. Las descripciones geográfico-sensitivas de los lugares me recuerdan un poco al estilo de Charles Dickens al describir las ciudades inglesas de los siglo XIX. Bueno, las ciudades se parecen mucho unas a otras, con independencia del lugar o el tiempo. Y me da que pensar en cómo se deshumanizan los espacios que, en principio, surgieron como el paradigma de la civilización. Personalmente, la mayor sensanción de soledad la he experimentado precisamente en medio de una ciudad. Por otro lado, la imagen de la Madre llorando en la despedida me resulta especialmente conmovedora, como si un cordón umbilical invisible fuera un vínculo inagotable de amor. El "Antiprismoide truncado y ausencia" me recuerda vagamente a los paisajes nocturnos de Van Gogh, con esos matices en tonos azules y blanquecinos, que dan cierta sensación de serenidad en medio de una mezcla indefinida de orden y caos. Me parece especialmente bella. Bueno, y de las canciones que pusiste, no conocía ninguna, son todo un descubrimiento. Y es extraño lo que ocurre a veces cuando se destapa un recuerdo, que hace despertar sensaciones que se creían olvidadas, como cuando se destapa un bote de esencias, o como el recuerdo de E. Como siempre muy interesante, completa y enriquecedora entrada. Besos y un abrazo, compañero.

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  2. Querido Roberto: tienes mucha razon en lo que dices, no hay lugar mas solitario que el que esta mas repleto de gente y eso tiene mucho de absurdo. y por otra parte el pasado siempre esta al acecho para darnos nuestro merecido cuando menos lo esperamos, ante cualquier detalle trivial que revive nuestra memoria. Me honra enormemente que compares mis garabatos con la obra de Van Gogh (aunque seguro que debe estar revolcandose en su tumba por ello ;-) ) besos y abrazos, fiel compañero

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  3. De todos modos creo que alguan vez nos hemos sentido como tu personaje, en una situación de busqueda y de tener que enfrentar el reto que llegar a algun lugar, a mi me ocurrio hace tiempo cuando termine un trabajo y mientras buscaba otro, llegue a viajar a una provincia, de regreso, llegue temprano a Lima y tuve que andar y andar solo muchas cuadras con mi maletin en busca de un maldito taxi por una gran avenida desierta meintras el sol se levantaba... uy me hiciste recordar muchas cosas. Un abrazo.

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    1. hola, si es un poco un choque encontrarse uno solo ante un paisaje urbano tan abrumador. me alegra que te haya recordado de tus experiencias, supongo que hay vivencias universales con las que todos nos identificamos. igualmente un abrazo

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  4. Como bien sabemos no todos los vetos son silencio. Asimismo, la urbe que nos restringe nunca cesa su rugir.

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    1. Muy sabias palabras, ojala que el rugido se callase algun dia. abrazos

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