viernes, 28 de octubre de 2011

Ejercicio de confianza

Horizontes. Francisco Antonio Cano. 1913. 
Oleo sobre lienzo. Museo de Antioquia
"...
Jamás estuvo tan desnuda mi vida,
tan entregada al tiempo..
como si me hubiera apagado, hundido.
entre amplias noches erguida,
mas alla del día
presa de las soledades..
"
Mutter. Else Lasker-Schüler. 1902

El primer Zetaciclo se acerca a su fin.  El último tiempo ha sido  desperdiciado sin ningún resultado. En vano busco la fuerza que me prometió la Angustia. La Madre ha conseguido algunos días de permiso para visitar a una de sus hermanas.  Yo seré su acompañante.  La buseta destartalada nos lleva por la carretera suspendida sobre el abismo.  Muy lejos, abajo, el río serpentea como un hilo imperceptible.  Un millón de paisajes mas allá, la aldea. Más allá de la aldea los cerros. Detrás de los cerros es a donde vamos.  Empinados caminos excavados en los flancos de la montaña, cruzado por mil arroyos.  Para llenar el silencio la madre ensaya pequeñas conversaciones. No lejos de aquí, en estas mismas montañas está el lugar en el que nació y vivio su infancia. Hablamos diariamente pero jamás habíamos conversado. Que recomendaba el libro de Dale Carnegie en estos casos? Escuchar con interés genuino.  Animar al interlocutor a expresarse libremente. No criticar.  Le pregunto sobre su historia antes de llegar a ser la Madre.

Madre.  Acrílico sobre cartón. 2003

A grandes rasgos podría resumirse asi:  Después de terminada la gran guerra, el espíritu del mundo aún deseaba más sacrificio de vidas humanas, así que una sangrienta guerra civil estalló en el país.  La gente del país es, en general, pobre pero ingeniosa.  Como suele suceder en estos casos, lo que faltaba en recursos bélicos fue suplido por habilidad manual y en lugar de asesinarse unos a otros con bombas y ametralladoras, lo hacían con machetes y crueldad elaborada. Los perpetradores de la muerte y la mutilación se integraban en una masa oscura e informe conocida como La Chusma, que aparecía de repente, dejando atrás como único testimonio de su presencia los restos de sus víctimas organizados en curiosas disposiciones, como sangrientos arreglos de Ikebana.  Una de tales víctimas fue su padre, quien dejó a su esposa viuda, con un número importante de niñas pequeñas y en profunda pobreza.  En su juventud, quien llegaría a ser el Padre fue un arriero que llevaba cargas a las ciudades, cuando las carreteras no habían sido completadas aún, igual como lo había sido su padre y el padre de su padre antes de él.  Un día la Chusma regresó. Su camino a través de la montaña estaba marcado por las humaredas de los ranchos quemados. Ella, con su madre y sus hermanas, esperaban encerradas. Había sido determinado que su rancho se quemaría también, con sus habitantes dentro. El Padre, que estaba de paso, intercedió por ellas ante la Chusma. Sólo son mujeres. Niñas pequeñas. Las mujeres ni siquiera votan. No vale la pena matarlas.  Las razones y el entregarles su mula lograron la conmutación de la sentencia. 

La violencia. Alejandro Obregón. 1962
(sobre boceto tomado en 1948)
Oleo sobre lienzo. Museo Nacional.

Con el pasar del tiempo, cuando volvió a pasar por el lugar, la pidió en matrimonio.  Apenas lo había visto algunas veces, y no lo conocía en lo personal. Era bien sabido que los arrieros beben mucho y son violentos, y capaces de matar una mula con sus manos desnudas,  pero no tenían muchas opciones. El matrimonio representaría para la viuda una boca menos que alimentar y el gesto de bondad desinteresada que les salvó la vida lo había puesto en peligro a él mismo. Ella nunca podría olvidarlo. Debia ser retribuído.  A los catorce vino a ser su esposa. Le compró un vestido azul y se casaron en la iglesia del pueblo un día a las cinco de la mañana. Un hijo cada año.  Como lo había previsto, bebía mucho. Se había cansado del pesado trabajo de la arriería y decidió quedarse en un solo sitio y trabajar la tierra. Trabajaba duro y les daba lo necesario, pero cuando bebía era violento y le pegó muchas veces, al igual que a los hijos. Un día castigó a Segundo Hermano más severamente  de lo usual. Tuvo que ser llevado al hospital.  No estaban seguros si viviría.  El Padre examinó su vida, hizo un viaje al Templo del Cristo Negro  y dejó de beber de repente. Segundo Hermano se recuperó completamente. No volvió a pegarles desde entonces. La maternidad constante había terminado siendo una carga muy pesada para su cuerpo. Había enfrentado sola en su casa los partos, asistida únicamente por su suegra. En el último parto una hemorragia puerperal por poco acaba con su vida, así que el Padre le dió permiso para operarse y no tener más hijos. Sin embargo, años después, cuando menos lo esperaban llegué a sus vidas.

Este sencillo ejercicio de memoria, me ayuda a comprender la manera en que los seres humanos se sienten mas cercanos unos de otros una vez se dan a conocer sus circunstancias. Desde entonces, la Madre habría de ser la única persona ante cuya presencia no me siento incómodo. Comprendo un poco más el concepto de la confianza.

"Desde la primera luz, yo me hundo"
Fleur de Saison.  Emilie Simon
 Végétal. 2006. Barclay

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