"No, no. Yo no pregunto,
yo deseo.
Voz mía libertada que me lames las manos.
En el laberinto de biombos
es mi desnudo quien recibe
la luna de castigo y el reloj encenizado"
Poema doble del lago Eden. Federico García Lorca. 1920
Extasis de Santa teresa. Escultura en mármol. Gian Lorenzo Bernini.
Santa Maria della Vittoria. 1651
Impatiens. Bolígrafo sobre papel. 2005
Terminadas las tareas de la tarde, tengo autorizado un tiempo para hacer lo que quiera. Mi lugar favorito de la casa es el estrecho patio del costado norte. Los anchos alerones del tejado le cubren de la luz del sol. Se respira humedad. Los viejos muros de ladrillo, cubiertos del terciopelo verde profundo del musgo. adosadas a las paredes, florece apretadamente la Impatiens walleriana. Profusión de tonos de rosa, rojo y violeta. Nìtida geometría de cinco pétalos y diminuto corazón verde. Abombadas càpsulas de semillas que explotan con una pequeña caricia. En julio, como todos los años, cuando los obreros despejen de malas yerbas los cafetales, el Padre les indicará que hagan limpieza de este patio. Con sus machetes cortarán los tallos. Por ahora, puedo sentarme ante sus corolas y pensar en la naturaleza de lo que es bello. Al viejo muro le faltan algunos ladrillos. Al otro lado, el patio interior, con la despulpadora, el tanque de lavado y la cisterna. Junto a la cisterna, Tercer hermano se prepara para un baño. Se que es incorrecto que mire. No reúno la fuerza para no mirar. Con un rápido movimiento se desnuda. Tiene veinticinco años. Su cuerpo, fortalecido por el duro trabajo del campo, muestra sus músculos marcados. Olfatea su ropa interior, y jugando consigo mismo, se la cuelga de su masculinidad erecta, balanceándola de un lado a otro. Bajo el chorro de agua de la manguera, la toma con su mano, apretando la punta con sus dedos. Con un rápido movimiento, el índice y el pulgar suben y bajan por el tronco. De pronto, con un espasmo de todo su cuerpo, un chorro de líquido blanco sale, seguido por otro y otro. La punta de su miembro, cubierta de una especie de glaseado de aspecto cremoso. Puedo verlo nítidamente aunque cierre los ojos. Termina de lavarse y sale de nuevo. Por largos minutos no puedo moverme. De pronto, a lo lejos un grito. Mi nombre. Es hora de la cena. Mi tiempo a solas ha terminado.
Duo de las flores. Lakmé. Leo Delibes. 1898
Buen relato, corto, conciso y mantiene la tensión (no solo la del hermano tres) jejeje. Mr. Black, empieza usted a sorprenderme.
ResponderEliminarun esponjoso abrazo
Quike micifous
Pues hombre gracias por la visitica, jejejej lo único que quiero decir por ahora es que leyendo tus escritos puedo decir que no fuiste un niño facil de criar jejejee un abrazo
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