sábado, 12 de noviembre de 2011

Contemplación

"No, no.  Yo no pregunto,
yo deseo.
Voz mía libertada que me lames las manos.
En el laberinto de biombos
es mi desnudo quien recibe
la luna de castigo y el reloj encenizado"
Poema doble del lago Eden. Federico García Lorca. 1920



Extasis de Santa teresa. Escultura en mármol. Gian Lorenzo Bernini.
Santa Maria della Vittoria.  1651

A media tarde, despues del regreso diario de la ciudad, espera la carga de frutos de café.  Los recolectores la han traído a sus espaldas en grandes sacos de fique.  El Padre la ha avaluado, midiéndola en su viejo cubo de hojalata, anotando en su cuaderno los valores para el pago del sábado y la ha arrojado a la gigantesca bandeja de alimentación encima de la máquina despulpadora.  Hay que poner en marcha el motor.  La máquina despulpadora es un gran cilindro metálico, cubierto de escamas cortantes, que gira dentro de su camisa de hierro.  Tritura las rojas cerezas de café, expulsando por el frente las semillas y dejando atrás las cáscaras.   Debo retirar con un trozo de madera las cáscaras acumuladas y empujarlas hacia el vertedero, para que la máquina no se obstruya.  El Padre dice que hay que tener cuidado extra con los dedos.  Una vez terminado el despulpado, las cáscaras se cargan  en un gran cesto y se llevan de nuevo al sembrado para fertilizar los arbustos de café.  El gran cesto es pesado, y rezuma un líquido dulce que escurre de las cáscaras trituradas, que me empapa. Después, el baño. De la gran cisterna que guarda el agua para el lavado de los granos de café  se sifonea agua con una manguera de caucho que se cuelga de un alambre suspendido del techo.  Una vieja lona extendida en la entrada indica que alguien se esta bañando, para que nadie pase. 
Impatiens.  Bolígrafo sobre papel.  2005
Terminadas las tareas de la tarde, tengo autorizado un tiempo para hacer lo que quiera.  Mi lugar favorito de la casa es el estrecho patio del costado norte.  Los anchos alerones del tejado le cubren de la luz del sol.  Se respira humedad.  Los viejos muros de ladrillo, cubiertos del terciopelo verde profundo del musgo.  adosadas a las paredes, florece apretadamente la Impatiens walleriana.  Profusión de tonos de rosa, rojo y violeta.  Nìtida geometría de cinco pétalos y diminuto corazón verde.  Abombadas càpsulas de semillas que explotan con una pequeña caricia.  En julio, como todos los años, cuando los obreros despejen de malas yerbas los cafetales, el Padre les indicará que hagan limpieza de este patio.  Con sus machetes cortarán los tallos. Por ahora, puedo sentarme ante sus corolas y pensar en la naturaleza de lo que es bello. Al viejo muro le faltan algunos ladrillos. Al otro lado, el patio interior, con la despulpadora, el tanque de lavado y la cisterna.  Junto a la cisterna, Tercer hermano se prepara para un baño.   Se que es incorrecto que mire.  No reúno la fuerza para no mirar.  Con un rápido movimiento se desnuda. Tiene veinticinco años. Su cuerpo, fortalecido por el duro trabajo del campo,  muestra sus músculos marcados.  Olfatea su ropa interior, y jugando consigo mismo, se la cuelga de su masculinidad erecta, balanceándola de un lado a otro.  Bajo el chorro de agua de la manguera, la toma con su mano, apretando la punta con sus dedos. Con un rápido movimiento, el índice y el pulgar suben y bajan por el tronco.  De pronto, con un espasmo de todo su cuerpo, un chorro de líquido blanco sale, seguido por otro y otro.   La punta  de su miembro, cubierta de una especie de glaseado de aspecto cremoso.  Puedo verlo nítidamente aunque cierre los ojos.  Termina de lavarse y sale de nuevo.  Por largos minutos no puedo moverme.  De pronto, a lo lejos un grito.  Mi nombre. Es hora de la cena.  Mi tiempo a solas ha terminado.    

Duo de las flores. Lakmé. Leo Delibes.  1898

2 comentarios:

  1. Buen relato, corto, conciso y mantiene la tensión (no solo la del hermano tres) jejeje. Mr. Black, empieza usted a sorprenderme.

    un esponjoso abrazo

    Quike micifous

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  2. Pues hombre gracias por la visitica, jejejej lo único que quiero decir por ahora es que leyendo tus escritos puedo decir que no fuiste un niño facil de criar jejejee un abrazo

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